A Jordi Cruyff le han encomendado la tarea de que convenza a sus paisanos Frenkie De Jong y Memphis para que se vayan del Barça. Pero el genio era su padre, no él.
El independentista Joan Laporta se convierte en monárquico convencido cuando se trata de salvar las dinastías en el Barça. Especialmente si está en cuestión el legado de Johan Cruyff. Si el padre fue un genio, el hijo lo lleva en sus genes. Esa es su teoría. Por eso el hijo está en el Barça. Ponga un Cruyff en su vida. Si no puede ser el original, también sirve la imitación. Algo tendrá el hijo del padre... Se supone.
Y el hijo es nada menos que secretario técnico del Barça sin haber hecho nada relevante en su vida para merecerlo. Pero es el hijo de Cruyff. Para Laporta es suficiente. Y como secretario técnico se ha ganado el derecho de formar parte del grupo para quien Laporta ha pedido un aplauso por los fichajes que ha realizado el Barça este verano junto al vicepresidente Rafael Yuste y el director de fútbol Mateu Alemany.
¿Un aplauso? ¿Por qué? Se han limitado a sacar el talonario aprovechando la fuerza de las palancas (venta pura y dura de patrimonio del club) y a pagar lo que les han pedido hasta el último euro por cada fichaje. Y han aprovechado la intervención de Xavi, cumpliendo funciones que no son las suyas, para convencer a los cracks y también a los que quedaban libres para elegir el Barça y no otro club por su cara bonita.
Los mismos que merecen un aplauso por traer a jugadores aprovechando la inestimable colaboración de Xavi son los que muestran su incapacidad para despedir a futbolistas que no interesan, como Mingueza, Riqui Puig, Umtiti, Braithwaite, Pjanic, Neto o Piqué. Si no se van, no se pueden inscribir los nuevos. Y la Operación Salida está atascada. ¿Otro aplauso para ellos?
Especialmente sangrante es el caso de Frenkie De Jong y Memphis Depay. Parece que la supervivencia del FC Barcelona depende de que estos dos jugadores abandonen el club y le han encomendado a Jordi Cruyff que se ocupe aprovechando que comparten nacionalidad, son amigos y hay buena relación con las familias. Pero el hijo del genio ha fracasado en el intento.
A Jordi Cruyff lo metió Laporta en el Barça con el mismo calzador con el que colocó a su prima, a su hermana, a la mujer de su amigo y a tantos otros inflando la nómina de un club que está en la UVI económica. Pero para el hijo de un amigo especial siempre habrá sitio en su Barça. Le presentó como "comodín", lo que quiere decir que no tenía una función asignada y que estaría ahí por si había que echar a Koeman, dispuesto a sentarse en el banquillo, porque título de entrenador tiene.
Pero el hijo del genio se negó y se convirtió en asesor presidencial. Y su consejo fue alargar la agonía de Ronald Koeman. A fin de cuentas era su amigo. Y el Barça pagó caro su asesoriamiento. Así que Laporta optó por buscarle un sentido a su salario y le nombró secretario técnico a las órdenes de Mateu Alemany. Fundamentalmente para salir en la foto cuando se presenta a un fichaje. Se desconoce cuál ha sido su contribución en la negociación de las nuevas incorporaciones. Solo se sabe que merece un aplauso.
Y los amigos Frenkie De Jong y Memphis ahí siguen. Si en lugar de ser sólo hijo de... fuera como su padre, el asunto ya estaría resuelto. Es evidente que aquí hay un problema de genes. Pero Jordi Cruyff merece un aplauso, sí señor. Sale muy bien en las fotos.