Leo Messi se arruga ante el Real Madrid. El de hoy ha sido el octavo partido consecutivo sin ver puerta cuando tiene delante al Real Madrid. Como cuando estaba en el Barcelona, Messi sale acomplejado a jugar cuando tiene al Real Madrid delante.
Hoy se ha producido el relevo natural en el trono del fútbol mundial. Messi cede el testigo a Kylian Mbappé, el verdadero rey del fútbol mundial. Hemos visto en el Parque de los Príncipes al Messi de los últimos cuatro años en el Barça, el Messi impotente que quiere y no puede. Cuatro detalles técnicos de extraordinaria calidad, porque el talento lo conservará hasta que cumpla 80 años, pero este Messi no es aquel Messi mágico que años atrás sacaba conejos de la chistera con sus regates, con sus cabalgadas o con sus disparos. Ese Messi no existe. Ahora es terrenal.
Hoy, en París, ha podido truncar su racha negativa ante el Real Madrid pero ha fallado un penalti, un penalti que ha forzado Mbappé y que él ha llevado al limbo porque Courtois le ha adivinado la intención. Hoy hemos visto el Messi con cara de fracaso, el mismo que habíamos visto con el Barça en Roma, en Anfield, en Lisboa o en París.
Pero el PSG no es el Barça y tiene algo más que Messi. Y ahí estaba Mbappé para resolver el partido en el tiempo de prolongación, en ese momento que se le da tan bien al Real Madrid y que hoy ha sido fatídico. Mbappé ha redondeado una noche estelar en la que ha mostrado que es el auténtico rey del fútbol actual.
Los mejores detalles del partido los ha progagonizado él. Ha intentado jugar para Messi, pero no ha servido de nada. Y al final, cuando estaba todo perdido, ha aparecido por libre para saltarse el marcaje de Lucas Vázquez, plantarse ante Courtois y clavarle el gol por debajo de las piernas al más puro estilo Ronaldo Nazario.
La de esta noche ha sido una derrota agridulce para el Real Madrid en la Champions League. 1-0 en París. Es una derrota que no es definitiva porque el Bernabéu ha visto hazañas más increríbles que las de remontarle un 1-0 al PSG. La eliminatoria queda abierta y en la vuelta puede pasar cualquier cosa, entre ellas que el Real Madrid ofrezca su mejor versión y le dé la vuelta al tanteo.
Pero la parte positiva es que el madridismo ha constatado que el fichaje de Mbappé puede cambiar el rumbo de la historia. Este mismo Mbappé jugando hoy con la camiseta blanca seguro que habría forzado un resultado bien diferente. Porque la diferencia entre el PSG y el Real Madrid ha sido exclusivamente Mbappé.
Y es que esta noche, en París, se han reunido muchas estrellas, aunque sólo una haya brillado. Mbappé se ha mostrado por encima de los demás. Pero las otras estrellas no han respondido. Se puede perdonar a Neymar, que salía de una lesión después de dos meses de inactividad. Pero Messi ha fracasado. Si el PSG logra la Champions League no será precisamente gracias a él.
pa, Pero esto tiene solución. Este es un partido de 180 minutos y estamos en el descanso. El Real Madrid tiene 90 minutos para darle la vuelta al marcador arropado por su público. No se tratará de una hazaña, ni de una gesta, como en el pasado. No hay que remontar tres, cuatro o cinco goles. Basta con ganar por uno para forzar la prórroga y por dos para superar la eliminatoria.
Y en el Bernabéu seguro que ya no vemos al Messi que enseñaba al público la camiseta. Ese Messi, que era muy bueno, ya no existe.