Una cosa es que a Leo Messi no le saliera el partido de su vida ante el Real Madrid y otra bien diferente que L´Equipe le haya puntuado con un 3 sobre 10 convirtiéndole en el peor jugador parisino ante el Real Madrid.
Y Messi se ha cansado. No está acostumbrado a estas cosas y no está dispuesto a sufrirlas a estas alturas de su carrera después de haber ganado siete Balones de Oro y todo por lo que ha competido salvo el Mundial, del que sólo le separó un gol en la prórroga en la final ante Alemania.
Messi no es feliz en París. Es una evidencia. Ni en el terreno personal ni en el futbolístico. No ha conseguido hacer de París su casa ni del PSG su equipo. Francia sigue pareciéndole un país extraño en el que no domina su lengua, ni se preocupa por progresar en su conocimiento. Tampoco el PSG es su equipo, es el equipo de Mbappé. Se dan todas las condiciones para que Messi se plantee su futuro inmediato lejos de París.
Y el trato que recibe de los medios de comunicación, muy mbappeístas, ha acabado con su paciencia. En Francia se sienten decepcionados porque esperaban ver al Messi del Barça y no aparece por ningún lado. Se preguntan por los esláloms que hicieron famoso a Messi vestido de blaugrana. No han visto ni uno. Y se sienten engañados sin valorar que el PSG no es el Barça y que en el Camp Nou Messi disfrutaba de un equipo que jugaba para él, algo que no sucede en París.
En el PSG no ejerce de líder. Es uno más. Acostumbrado al confort del Barça, en donde ha sido protegido desde el mismo momento en que debutó con 17 años, en el PSG se siente como un mercenario sin el cariño de nadie.
Lleva 7 goles en toda la temporada, muy lejos de sus mejores registros. El equipo no juega para él como en el Barça. Y se pregunta: ¿para qué me han fichado? Tampoco la conexión con Pochettino es positiva. Se refugia en Di María, Paredes y Neymar. Y con Sergio Ramos apenas trata. Ramos es de Cristiano. Mucha corrección en el trato, pero poco más.
Mundo Deportivo anunció recientemente que Messi puede rescindir su contrato con el PSG después del Mundial de Qatar. Es decir, de cara al próximo mercado de invierno. Pero no está dispuesto a esperar tanto. Quiere intentar ganar la Champions con el PSG y salir del club, entendiendo que si llegó gratis, también puede irse gratis, sin necesidad de que su nuevo destino deba pagar nada por él.
A Messi no le gusta dar tumbos y llevar a su familia de un lugar a otro. Y sólo contempla dos opciones: Volver al Barça al estilo Dani Alves por el placer de jugar a fútbol y sin exigencias económicas o aceptar la oferta que David Beckham le hizo hace dos años, junto a su amigo Luis Suárez, para acabar su carrera deportiva en el Inter de Miami y en una liga sin exigencias en la que el público vibrará con sus regates sin tener en cuenta si su equipo gana o pierde.
La suerte está echada. La estancia de Messi en París tiene fecha de caducidad: el 30 de junio. Lo que no está claro es que Joan Laporta pueda estar interesado en su regreso al Barça. Eso se verá en las próximas semanas.