Pedro Riaño Algo había que hacer. No se puede ir cantando lo de Felizidane en los platos de los programas madridistas mientras el Real Madrid cae en picado, su fútbol da pena y las derrotas se acumulan. Los encargados de la propaganda de Florentino Pérez se han puesto a discurrir para seguir hinchando el globo Zidane en plena caída del imperio merengue. Y la solución, como siempre, ha sido recurrir a la ilusión y la fantasía de un mundo ideal, figurado y virtual en el que las cosas son como a ellos (La Caverna y sus directrices) les gustaría que fueran y no como son en realidad. Y en eso está la Caverna: anestesiando al personal con la venta de humo. Siempre ha colado.
¿Por qué ahora no? Incluso en los tiempos del glorioso Barça de Guardiola, supieron vender el humo suficiente, y de excelente calidad, como para que la gente, perdida en la nebulosa, se lo comprara. Ahí nació lo del villarato, urdido para ensuciar los éxitos del Barça a costa de un Real Madrid perdedor.