Bien podríamos calificar esa "mejor versión" de versión normal de un equipo que el pasado año ganó el torneo de la regularidad, la Liga, siendo no sólo el más regular, sino el más infalible de cara a la portería. El equipo nos acostumbró a ver cada domingo partidos rápidos, eléctricos, con un Madrid vertical que dominaba los encuentros demostrando una solidez que difícilmente se quebraba. Cuando se veía en problemas, apretaba físicamente y hacía las cosas con fe, creyendo en sus posibilidades, aprovechando su enorme pegada. Nada ha cambiado en tres meses (si siquiera un sólo jugador titular respecto a la temporada pasada) para que pudiéramos pensar que todo eso iba a desaparecer tan sólo en tres choques.
Es por ello que la situación actual, además de ser pasajera y anecdótica con casi toda seguridad, no debe ser un reflejo de lo que será una campaña en la que el grupo es el mismo pero con más experiencia y con un refuerzo de enorme calidad, que mejorará el juego de posesión y añadirá más control a ese estilo veloz y mortal. Modric entró en su primera convocatoria en el día de ayer, pero lo más normal es que hoy ni siquiera esté en el banquillo. Mou decidirá.
Un Mourinho que también confía en que lo de Getafe, como capítulo más horrible de un libro que se empezó a escribir en el empate ante el Valencia del estreno liguero, sea sólo algo pasajero. Sin embargo, el técnico de Setúbal hizo gala ayer de su condición de mejor entrenador del mundo y lanzó públicamente un mensaje de alerta a los jugadores: "quiero saber si la actitud que tuvimos contra el Getafe es ocasional o como consecuencia de un determinado perfil psicológico que se ha ido construyendo". O para ser más claros ¿Os lo estáis creyendo?. No lo permitirá de ninguna manera.
Así pues, el Madrid se presenta hoy en el Bernabéu con la obligación de ganar para conquistar su novena Supercopa y de paso poner un poco de tierra de por medio en lo que a número total de títulos respecto al Barcelona se refiere (ahora mismo están 74-73 a favor de los blancos). El 3-2 de la ida proporciona la tranquilidad de saber que valdrían dos resultados por la mínima (1-0 y 2-1) y que el 3-2 garantiza la prórroga. Sin embargo, la grada pedirá un asedio y una victoria contundente que compense lo visto hasta ahora y los futbolistas, conscientes de que su arranque no ha sido el esperado, tienen ganas de enchufarse a esta nueva temporada justo de esa forma. Quieren demostrar que siguen siendo ese equipo que doblegó al Barça en el Camp Nou en abril y que no se van a desconectar de una temporada que por alicientes promete ser de apasionantes retos para el madridismo, con la décima en mente.
Por lo tanto, se espera a un Madrid que empiece ya a demostrar un mejor nivel físico y con la mayor de las ambiciones. Los jugadores tienen ganas de jaleo y Mourinho no especulará: Saldrá el mejor de los equipos, con Pepe ya recuperado por Albiol en defensa y Khedira y Xabi al mando. Las dudas están a esta hora en el lateral izquierdo (Coentrao está a la espera de la decisión de Competición por su expulsión en Getafe) y, como no, en la delantera, aunque Higuaín parece más enchufado que Benzema. El triunfo despejaría todas las dudas y las sembraría en el barcelonismo. ¿Qué mejor día para despertar que hoy?
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