La Administración del Seguro Social (SSA) vive una de sus peores crisis en décadas. Desde que se aplicaron recortes masivos de personal, miles de jubilados y ciudadanos vulnerables enfrentan retrasos que ponen en riesgo su supervivencia.
Hay quienes llevan meses esperando un pago que es, literalmente, su único ingreso. Y no hay señales de que la situación vaya a mejorar pronto.
Menos personal, más caos
Todo comenzó en febrero pasado, cuando el Gobierno decidió recortar el 12% de la plantilla de la SSA. Hablamos de unos 7.000 trabajadores menos.
El recorte fue ordenado por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una agencia creada por Elon Musk para eliminar lo que llaman "gastos superfluos". Gastos superfluos que, para muchos, resultan esenciales.

El resultado es evidente: oficinas colapsadas, llamadas sin respuesta, filas interminables y una gerencia sobrepasada. Empleados que trabajan al límite, que simplemente no pueden seguir el ritmo.
Jubilados esperando meses
Jessica LaPointe, presidenta del sindicato AFGE Consejo 220, ha denunciado públicamente la situación. Personas mayores esperan meses por un pago.
Gente que ha cotizado toda su vida y ahora no puede pagar ni el alquiler ni los medicamentos. Cada día que pasa sin que reciban su dinero es un día de angustia e incertidumbre.
La crisis afecta a miles de personas en todo el país. No hay eficiencia que lo compense. Ni para empleados ni para usuarios.
Casi todo el país se ve afectado
Entre marzo de 2024 y marzo de 2025, 46 estados redujeron considerablemente su personal de la SSA. Solo Nebraska y Alaska sumaron algunos empleados, insuficientes ante la magnitud del problema.

Los estados más golpeados incluyen Wyoming (17% menos), Montana (14%), Virginia Occidental y Hawái (11% cada uno) y Nuevo México (10%).
Pero el impacto es peor en zonas rurales y comunidades indígenas. Allí, el acceso a oficinas y a internet ya era limitado. Hoy, realizar un trámite puede ser casi imposible.
¿Ahorro o abandono?
Desde DOGE defienden los recortes, argumentando que buscan eficiencia y reducción de costos. Sin embargo, la realidad es otra.
La falta de personal no es eficiencia. Es estrés para empleados y abandono para ciudadanos. Miles de personas quedan sin la protección que merecen tras toda una vida contribuyendo al sistema.
Esta crisis deja algo claro: la Seguridad Social no puede sostenerse solo con menos personal y más presión. Se trata de personas. Personas que han trabajado toda su vida y que ahora se sienten olvidadas.