El FC Barcelona de Joan Laporta es una máquina de triturar entrenadores. O los echan o huyen por piernas. El último caso, el de Rafa Márquez.
Rafa Márquez se va sin avisar
Rafa Márquez renovó hace apenas un mes el contrato que le vincula al Barça para extenderlo hasta 2025 después de perder la final del playoff de ascenso a Segunda A ante el Córdoba.
Apenas un mes después anuncia su decisión de salir del club para aceptar un cargo de ayudante de Javier Aguirre en la selección absoluta de México. La salida de Márquez deja al filial del Barça empantanado con la pretemporada ya iniciada.
El puesto de entrenador del Barça Atlètic es de vital importancia en el club por cuanto se trata del candidato número uno para sustituir al entrenador del primer equipo en caso de cese o dimisión. Sin embargo, Márquez, que estuvo muy cerca de alcanzar el primer equipo en la época de Xavi, nunca contó con la confianza de la directiva y él notó, con la decisión de fichar a Hansi Flick, que sus aspiraciones de ser el entrenador del primer equipo del Barça eran prácticamente nulas.
Rafa Márquez llegó al banquillo del filial después de haber ofrecido su apoyo a Joan Laporta durante la campaña electoral a la presidencia del Barça. Su condición de "amigo" de Laporta fue vital para su nombramiento.
Su segundo, Albert Sánchez, se hará cargo del equipo de forma provisional y suena Juliano Belletti, entrenador del juvenil A, para tomar las riendas del filial.
De Márquez no gustaba en el Barça ni sus resultados, ni su manera de llevar a los jóvenes canteranos ni sus excesos verbales que le llevaron a admitir una vez que estaba esperando el momento en el que le anunciaran su nombramiento como entrenador del primer equipo estando Xavi de "cuerpo presente".
La salida de Márquez del Barça por sorpresa y casi a traición no debe sorprender en un club en el que todos sus entrenadores saben que tienen las horas contadas. O porque les echan o porque las condiciones les invitan a la fuga.
Seis cambios de entrenador en los equipos profesionales
Este mismo verano se ha producido una auténtica tormenta de cambios en los banquillos en el club azulgrana. Xavi dejó su puesto a Flick. Jonathan Giráldez, el responsable triunfador del fútbol femenino, decidió irse a Estados Unidos para dejar su plaza a Pere Romeu. Roger Grimau ha pagado su inexperiencia en el baloncesto y ha sido sustituido por Peñarroya.
Edu Castro, el entrenador del hockey, fue cesado y todavía no sabe por qué. Le sustituirá David Cáceres después de ganar 20 títulos en siete años. Y Jesús Velasco, responsable del fútbol sala, ha preferido no seguir en el Barça y ha optado por aceptar una oferta como seleccionador nacional.
La cuestión es que de las siete secciones profesionales del club, en seis se ha producido un cambio de entrenador, por cese o por decisión propia. Y siempre con el lema de "dar un nuevo impulso a la sección".
Solo se mantiene en su sitio el entrenador de balonmano, impuesto por su amigo Enric Masip, que se cargó a su antecesor Xavi Pasqual por cometer el pecado de ganar siete títulos sobre siete posibles en la misma temporada sin ceder una sola derrota. Aquel equipo no convencía ni a Masip ni a Laporta.