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Montaje con una mujer poniendo cara de asco y un círculo con una cucaracha

Te sorprenderá lo que la ciencia dice sobre por qué odiamos las cucarachas

Detrás de nuestro rechazo extremo hacia este insecto hay causas profundas que van más allá de lo que parece

Las cucarachas son pequeñas, rápidas y aterradoras, aunque no muerden ni transmiten un peligro inmediato, casi todos sentimos rechazo hacia ellas. Otros insectos, como moscas o grillos, rara vez generan tanto desagrado. ¿Por qué sucede esto? La psicología y la entomología coinciden: nuestro miedo tiene raíces profundas, mezclando instintos primarios con factores culturales y sociales.

Según el entomólogo Jeff Lockwood, las cucarachas pueden provocar respuestas similares a la ansiedad o incluso al trauma. Su presencia inesperada, su rapidez y la posibilidad de que vuelen generan sensación de pérdida de control, disparando nuestra alerta natural.

Suciedad y enfermedades: la aversión tiene sentido biológico

Aunque no son venenosas, las cucarachas habitan lugares que asociamos con suciedad: basura, alcantarillas y alimentos en descomposición. Nuestro cerebro relaciona estos entornos con peligro y enfermedad. La psicología explica que todo lo que asociamos con riesgo sanitario activa el asco y la repulsión.

Cucaracha marrón encima del suelo de piedra
La psicología vincula el riesgo sanitario con asco y repulsión | Getty Images

Esto explica por qué sentimos un rechazo casi instintivo. Incluso sin contacto directo, imaginarlas en nuestra cocina o baño provoca incomodidad. Su capacidad para sobrevivir en ambientes insalubres refuerza esta percepción.

Apariencia física y comportamiento que nos pone nerviosos

El aspecto de las cucarachas no ayuda: su caparazón brillante, sus patas largas y su movimiento errático producen rechazo inmediato. La mente las asocia con descomposición y peligro, activando mecanismos de defensa. Además, su capacidad para moverse rápido y desaparecer en segundos aumenta nuestra sensación de vulnerabilidad.

No solo vemos un insecto; nuestro cerebro interpreta una amenaza potencial que nos obliga a reaccionar con miedo o asco. Esta combinación de factores hace que las cucarachas sean percibidas como “inhumanamente repulsivas”.

Imagen de fondo de una persona con un spray en la mano, matando cucarachas, con tres cucarachas en el suelo y otra imagen de una mujer con gesto de incertidumbre y tres exclamaciones sobre su cabeza
La mente las asocia con descomposición y peligro | Africa Images, dimaberlinphotos

Influencias sociales y culturales

No todo es biología, la forma en que aprendemos a percibir a las cucarachas influye mucho en nuestro miedo. Películas de terror, series de asesinatos y campañas publicitarias las muestran como símbolos de suciedad o peligro. Desde niños, observamos cómo adultos reaccionan con asco o miedo, y aprendemos a imitarlos.

Rara vez se muestran de forma neutral o positiva. Esta educación social refuerza el rechazo natural y puede transformar la aversión en fobia en casos extremos. La combinación de instinto, experiencia y cultura explica por qué pocas personas toleran ver una cucaracha sin sentir incomodidad.

El odio hacia las cucarachas es un fenómeno complejo, se mezcla instinto, aprendizaje social y asociaciones culturales. No importa que no sean peligrosas: su sola presencia activa nuestra alerta, genera repulsión y a veces miedo intenso. Comprender por qué las odiamos ayuda a controlar la reacción y, si la fobia es intensa, buscar ayuda profesional.