En un barrio de Tampa, Florida, un grupo de familias inmigrantes espera tras un servicio religioso. No van rápido a sus autos, tienen miedo de conducir. Desde que la patrulla de carreteras puede detener a cualquier conductor basado en su estatus migratorio, manejar es un riesgo.
Cada viaje, ya sea al trabajo, la tienda o la iglesia, se convierte en una apuesta. Muchos han cambiado sus hábitos para evitar ser detenidos. Entre ellos, apagar la música en español para no llamar la atención.
Ashley, una joven ciudadana, dice que “poner la radio en inglés” es ahora una regla no escrita para quienes conducen en estas comunidades.
Reglas no oficiales que marcan la diferencia
Las reglas no están en ningún reglamento, pero se siguen con cuidado. No se permiten banderas extranjeras ni stickers en español en los autos. Tampoco se usan uniformes ni gorras de trabajo dentro del vehículo.

María, una empresaria local, explica que incluso evitar camionetas blancas de carga es una precaución común. Los vehículos así suelen ser detenidos con más frecuencia.
Viajar acompañado de personas con estatus legal es otra regla que cuidan. Todo es para evitar un control que podría terminar en deportación.
El impacto en la comunidad
El temor a conducir está afectando la economía local. María cuenta que, recientemente, más de 30 empleados no fueron a trabajar por miedo a ser detenidos. La obra que dirige quedó paralizada.
Estas limitaciones en la movilidad golpean fuerte a las familias y negocios. Cuando la gente no puede salir a trabajar ni a comprar, la economía local se resiente.
Abogados han presentado demandas por detenciones que consideran racistas y basadas en perfiles. Activistas aseguran que las autoridades están extendiendo el control migratorio más allá de la frontera.

Desplazarse dentro de EE.UU., todo un reto
Moverse entre estados tampoco es fácil. “S”, un inmigrante colombiano con libertad condicional, prefiere hacer viajes largos en tren en lugar de avión para evitar problemas con autoridades.
S cuenta que, aunque tiene permiso legal, teme ser detenido en aeropuertos o en controles. “En el tren, nadie te molesta”, dice con algo de alivio.
Historias como la suya muestran cómo el miedo y la vigilancia han cambiado la vida cotidiana de muchos inmigrantes. No solo deben evitar multas por música en español, sino enfrentar un sistema que limita su movilidad y tranquilidad.