Tres partidos de sanción le cayeron a Robert Lewandowski por tocarse la nariz cuando el árbitro, el inefable Gil Manzano, decretó su expulsión.
Eso fue la temporada pasada y Lewandowski estaba avisado. Gil Manzano podía presumir y presumía de haber expulsado a Messi, Neymar y Luis Suárez. Faltaba él.
Los insultos de Bellingham y la nariz de Lewandowski
Pero picó. Los árbitros se sintieron menospreciados y humillados por el gesto de Robert Lewandowski y le cayeron un partido por la doble amarilla y dos por "menosprecio y desconsideración".
Fue algo "gravísimo". Tan grave como inocente resulta para los árbitros que Jude Bellingham se dirigiera a Munuera Montero diciéndole que "Eres un pedazo de mierda".
Y aquí no ha pasado. Así se escribe la historia del fútbol español. Convirtiendo en escándalo lo que no lo es y pasando por alto temas susceptibles de recibir un castigo severo.
Los árbitros no se sienten ofendidos por Bellingham
Sostiene el diario Marca que no pasará nada porque nadie ha presentado quejas por el comportamiento de Bellingham. ¿Y quién tiene que presentarlas? El receptor del insulto, el árbitro.
¿Tan asustados están quienes no se atreven a reflejar en el acta los insultos cuando proceden de un jugador del Real Madrid? ¿Qué les asusta tanto?
La cuestión es que el Comité Técnico de Árbitros, el mismo que se ofendió cuando Lewandowski se tocó la nariz, no denunciará los insultos de Bellingham captados por las cámaras de TV.
La comparación con Saúl
Y todos contentos, que de eso se trata. Mejor abrir otro capítulo de Negreira para tapar las propias miserias.
La temporada pasada Bellingham llamó "violador" a Greenwood en pleno partido Real Madrid-Getafe. Y esta misma temporada Saúl, del Sevilla, ha sido castigado con dos partidos por decirle al árbitro: "¡eres malísimo!"
Y eso sí que es grave. Por eso Saúl fue expulsado y Bellingham no. Por eso Saúl ha sido castigado y Bellingham no.
Después de ver a Vinicius reírse y burlarse en la cara de los árbitros, lo de Bellingham no debería sorprender a nadie. Pero, eso sí, a quien benefician los árbitros es al Barça. Se trata de repetirlo mil veces para convertirlo en verdad.