Este 15 de junio comienza en Estados Unidos el renovado Mundial de Clubes. Inter Miami y Al Ahly serán los encargados de abrir el torneo a las 2:00 de la madrugada, hora española. A pesar del despliegue, la expectación no es la esperada.
Ni las estrellas ni la novedad han logrado captar del todo al aficionado. Prueba de ello es que la FIFA se ha visto obligada a bajar los precios de las entradas por el bajo ritmo de ventas. Un golpe duro para una competición que busca posicionarse como un evento global de primer nivel.
Grandes ausencias en el cartel
Este Mundial reunirá a 32 equipos, pero muchos nombres importantes no estarán. El FC Barcelona, reciente campeón de LaLiga, se queda fuera. Tampoco viajarán a Estados Unidos el Liverpool, uno de los favoritos de la Premier, ni el Nápoles, campeón de la Serie A.
De los clubes españoles, solo Real Madrid y Atlético representarán al país. Una participación limitada que resta brillo al cartel. Sin algunos de los clubes más seguidos del mundo, cuesta generar ilusión más allá de las aficiones directamente implicadas.
La crítica de Gonzalo Miró
Gonzalo Miró, comentarista habitual en la Cadena COPE, no se mordió la lengua. Durante “El Partidazo”, Miró fue claro: “De todas las competiciones del año, el Mundial de Clubes es la que menos motiva al aficionado”.
Cuando Juanma Castaño le pidió que lo colocara en un ranking personal, Miró no dudó: “Es la cuarta, por detrás de la Copa del Rey”. Y lo reiteró varias veces. Para él, el torneo aún no tiene alma, ni historia, ni el atractivo necesario para competir con la Champions o la liga nacional.
Una competición que busca identidad
La FIFA pretende convertir el Mundial de Clubes en un evento tan relevante como la Copa del Mundo o la Champions League. Pero el camino no será fácil. Falta tradición, rivalidad histórica y verdadera conexión con la afición.
“El torneo se tiene que ir haciendo”, apuntó Miró, reconociendo que quizás con el tiempo gane peso. Por ahora, parece más un intento de expansión comercial que una cita deseada por jugadores y público. Todo dependerá de la emoción que consigan generar los partidos y del nivel real que ofrezcan los equipos.