Después de 33 años de servicio, SNAP-Ed, el programa educativo que enseñaba a familias con bajos ingresos a alimentarse mejor, ha sido eliminado. No hay confusión: SNAP, el programa de cupones de alimentos, sigue activo. Pero SNAP-Ed, la parte que enseñaba a cocinar, planificar y comer sano con pocos recursos, desaparece.
La decisión fue tomada tras la aprobación de una nueva ley de presupuesto el 4 de julio. El argumento oficial es el ahorro en programas sociales, pero la reacción de quienes dependían del programa es de indignación y frustración.
Qué hacía SNAP-Ed
SNAP-Ed no entregaba comida, pero enseñaba a aprovecharla. Sus clases ofrecían estrategias para planificar menús semanales, hacer compras inteligentes y cocinar de manera saludable sin gastar de más. Además, promovía la actividad física y la inclusión de frutas y verduras en barrios con acceso limitado.

El programa era mucho más que recetas. Para familias con ingresos modestos, era una guía práctica para mejorar la alimentación, reducir la dependencia de alimentos ultraprocesados y cuidar la salud de toda la familia. Muchos lo veían como una herramienta imprescindible que marcaba la diferencia en la vida diaria.
Reacciones y consecuencias
La eliminación de SNAP-Ed ha generado una ola de críticas. Kristin McCartney, directora de SNAP-Ed en Virginia Occidental, afirma que la noticia dejó a muchas familias con sensación de pérdida y frustración. Cindy Leung, investigadora de salud pública en Harvard, advierte que sin esta educación nutricional, muchas personas volverán a depender de alimentos procesados y menos nutritivos.
Más allá de las familias, educadores, voluntarios y trabajadores sociales también enfrentan incertidumbre. Muchos se preguntan cómo continuar su labor en la comunidad sin los recursos y la estructura que SNAP-Ed proporcionaba.
Un recorte que podría costar caro
SNAP-Ed era una inversión en salud pública. Ayudaba a prevenir enfermedades, enseñaba hábitos de vida saludables y optimizaba los recursos de las familias más vulnerables. Su eliminación contradice incluso los propios argumentos del gobierno: educar en nutrición reduce costos médicos a largo plazo.
Al desaparecer, las familias tendrán menos herramientas para enfrentar la alimentación diaria con presupuesto limitado. Algunos estados buscan alternativas locales con ayuda de asociaciones, pero no hay garantías de que puedan cubrir la brecha. En un país con altos índices de obesidad y enfermedades relacionadas con la dieta, eliminar SNAP-Ed tendrá consecuencias profundas.
La despedida de SNAP-Ed no es solo un cierre: es perder una guía que ayudaba a los más vulnerables a vivir más sano. Lo que parecía un simple recorte presupuestario puede traducirse en un costo humano y social mucho mayor a largo plazo.