El dólar estadounidense ha dominado el mundo durante décadas. Pero este año, 11 países están dando un paso sorprendente: empiezan a alejarse de la moneda verde.
¿Qué está pasando realmente? ¿Es el fin del dólar? No tan rápido. Lo que sucede es un cambio paulatino, con razones que van desde sanciones hasta simples decisiones para cuidar sus propias economías.
¿El dólar está perdiendo terreno?
Aunque escuches por todos lados que el dólar está en declive, la realidad es más compleja. El dólar sigue siendo la moneda más fuerte y usada en el mundo. Representa cerca del 58% de las reservas internacionales y sigue siendo la base para la mayoría de transacciones globales.

¿Por qué entonces estos países quieren alejarse? No es porque odien al dólar ni porque quieran prohibirlo. Más bien, están buscando alternativas para no depender tanto de una sola moneda. Así, reducen riesgos frente a sanciones o inestabilidades internacionales.
¿Quiénes están dando el paso y por qué?
Veamos algunos ejemplos concretos:
Rusia ha tenido que usar más rublos y yuanes para sus transacciones, debido a sanciones de Occidente. El dólar no está prohibido, pero es mucho más difícil de conseguir.
Además, están preparando un sistema de pagos digitales en rublos para 2025. Bielorrusia, muy ligada a Rusia, usa casi exclusivamente rublos para su comercio con Moscú, evitando así problemas con sanciones.

Uzbekistán y Turkmenistán también controlan fuertemente sus monedas y prefieren que las transacciones internas se hagan en moneda local. Armenia, Azerbaiyán, Moldavia y Ucrania están fortaleciendo sus monedas o, como Ucrania, acercándose al euro.
En todos estos casos, el dólar no desaparece, pero su uso se limita y se busca fortalecer monedas locales o regionales.
No es el fin del dólar, sino un ajuste lento
Este cambio no será de un día para otro. Joyce Chang, experta de JP Morgan, lo explica muy bien: la desdolarización es un proceso que puede durar décadas. El dólar tiene la ventaja de la confianza global y la profundidad de sus mercados financieros, cosas que no se reemplazan fácilmente.
Además, otras monedas como el yuan o el euro están creciendo, pero aún no pueden cubrir todo lo que hace el dólar. Por eso, el mundo está viendo un cambio gradual, no una caída repentina.
La transición hacia un sistema menos dependiente del dólar será pausada, marcada por ajustes y negociaciones que reflejan la complejidad del panorama económico global.