Hasta ahora el conflicto se había manejado con guantes de seda. Se habían impuesto las formas. Se había vendido un relato de normalidad.
Pero el relato oficial ya no cuela ni dentro ni fuera del vestuario. Lo que era una grieta se ha convertido en un abismo. Y lo que era un malestar contenido se ha transformado en enfrentamiento directo.
No es una simple discrepancia deportiva. No es un malentendido médico. Lo que está ocurriendo en el vestuario del Barça tiene nombre y apellidos.
Hay un jugador señalado. Y ya no se disimula. Las filtraciones que antes se amortiguaban con comunicados ahora vienen acompañadas de medidas disciplinarias.
Y el presidente ha decidido intervenir personalmente.

Ter Stegen, en el centro del huracán
El escenario es más complejo de lo que parece. No se trata solo de un desacuerdo puntual, sino de un conflicto con derivadas legales, económicas y deportivas.
Una situación límite que ha puesto al presidente Joan Laporta en una tesitura incómoda y que amenaza con dejar secuelas en pleno mes de agosto, cuando más estabilidad necesita el vestuario.
El papel que lo cambia todo
Marc-André ter Stegen, que fue operado el pasado noviembre de sus problemas lumbares, sigue sin estar disponible. Desde el club nadie cuestiona su recuperación. La discrepancia gira en torno a un trámite burocrático.
El Barça necesita inscribir a su sustituto, Joan García, pero para ello debe justificar ante LaLiga que el alemán está de baja de larga duración.
Ese paso exige una firma: la de Ter Stegen, que debe autorizar con su rúbrica el parte médico definitivo que se entregará a la patronal. Sin embargo, el portero no quiere firmar.
No por un capricho, sino por una mezcla de desconfianza y convicciones personales. No está convencido del procedimiento. Teme que se use en su contra, y su negativa ha sido interpretada como una señal de deslealtad.

Laporta pierde la paciencia
La reacción del club no se ha hecho esperar. Desde la directiva consideran que Ter Stegen está bloqueando una operación clave.
Flick necesita portero. Y Joan García, fichado del Espanyol, no puede ser inscrito mientras no se libere una ficha.
La de Ter Stegen es la más viable por su lesión. Pero sin su consentimiento, el plan se cae.
Joan Laporta ha pasado a la acción. No ha habido declaraciones públicas, pero sí movimientos internos.
El Barça ha abierto un expediente disciplinario al jugador. Por no colaborar con la entidad en un trámite que consideran imprescindible para el buen funcionamiento del equipo.
El gesto tiene un significado claro: se acabó la diplomacia.
Ruptura a la vista
El clima es irrespirable. Flick, que contaba con el portero como uno de los pesos pesados del vestuario, se encuentra con un incendio inesperado.
El alemán, además, cuenta con el respaldo de muchos compañeros, lo que complica aún más las cosas. La directiva está dispuesta a llegar hasta el final. Y en el entorno de Ter Stegen ya se empieza a hablar de salida si el conflicto no se reconduce.
Aunque la salida de Ter Stegen del club tampoco será fácil. El portero reclama íntegro todo lo que tiene firmado hasta 2028. Solo así, con la carta de libertad y cobrándolo todo, aceptaría Ter Stegen irse del Barça.
Considera que después de más de una década sirviendo con acierto a los intereses del club es lo mínimo que merece,