Joan Laporta perdió la compostura ante el asombro de los presentes en el palco del Camp Nou asistiendo a la final de la Kings League de Piqué.
La escena tuvo lugar en el transcurso de la final de la Kings League, el negocio de Gerard Piqué, para el que el FC Barcelona de las palancas y los chanchullos cedió gentilmente el Camp Nou.
El público se puso a cantar aquello de "¡Bote, bote, bote. Madridista el que no bote!" Y Joan Laporta respondió, como un radical más, al cántico poniéndose a botar con un desesperado ante el pasmo de los presentes en el lugar, alguno de ellos representantes de la política catalana.
Ver a Joan Laporta botando generó sorpresa y vergüenza entre los presentes, que vieron allí a un presidente entrado en kilos generados por los restaurantes más caros de Barcelona a los que Joan Laporta tiene acceso utilizando los privilegios que le ofrece la presidencia del Barça.
Ese era el presidente de las palancas, el que vende patrimonio de los socios para salvar el pescuezo, el que cuadriplica al salario del número dos de los árbitros con oscuros intereses, el que vive acomplejado con la hegemonía del Real Madrid.
Laporta necesitaba saltar y botar para sacarse de encima esa imagen de "secretario" de Florentino Pérez, con quien mantiene una relación de vasallaje durante su segundo mandato presidencial.
¿Alguien se imagina a Florentino Pérez sorprendido en una actitud semejante? Años atrás cazaron al expresidente blanco Ramón Mendoza saltando en un aeropuerto al gripo de "culé el que no bote". Entonces Mendoza se llevó todos los palos de la prensa catalana por su pobre concepto del señorío y la rivalidad. Nadie ha atacado esta vez al presidente del Barça comido por sus complejos madridistas.
En Barcelona siguen sorprendidos por la imposibilidad de colocar en el palco del Camp Nou a un presidente "normal", que se limite a trabajar y a hacer las cosas bien por su club. Solo aparecen este tipo de personajes dispuestos a provocar vergüenza ajena con sus comportamientos.
El Barça no podía caer más bajo. Pero así son felices unos cuantos.
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