La propuesta del Barça está sobre la mesa de un Messi predispuesto al regreso, aunque pone una condición para volver a vestir la camiseta blaugrana.
Leo Messi ya ha decidido que no seguirá en París. La hostilidad de la afición del PSG hacia su persona ha acabado por convencerle. Y tampoco está muy predispuesto a aceptar de inmediato las ofertas que le han llegado de la MLS, a través del Inter de Miami de David Beckham, y del fútbol árabe, en donde le ofrecen unos ingresos impensables por encima de los 200 millones anuales que percibe Cristiano Ronaldo. La oferta del Barça es la que más le convence.
Messi se irá de París el próximo 30 de junio y en este momento deshoja la margarita de su futuro. Considera que todavía le quedan un par de años de alto nivel para competir en una Liga exigente que le permita seguir aspirando a la Champions League. Messi no tiene espíritu aventurero, no le seduce la Premier League. Tampoco Italia ni la posible opción del Bayern Múnich en Alemania. Ahora mismo, el Barça colmaría sus aspiraciones, tanto a nivel deportivo, como sentimental y también económico.
Sí, también en el aspecto económico la oferta del Barça le interesa, aunque parezca imposible. Es cierto que el Barça tiene que rebajar en 200 millones su límite salarial. Es cierto que el Barça no puede permitirse pagarle a nadie los 80 millones brutos que Messi percibe en el PSG. Pero Messi está dispuesto a aceptar la oferta de Joan Laporta, que pasa por jugar dos años en el Barça con el salario mínimo exigido por LaLiga, algo que ya hizo Dani Alves, y que no llega a los 200.000 euros anuales.
Messi aceptaría ese salario a cambio de dar por buena la propuesta de Laporta de llevarse la parte importante del pastel de un macrohomenaje a nivel mundial en el Camp Nou, coincidiendo con su retirada, con todas las localidades de pago, venta de derechos de televisión a todo el mundo, entrada de ingresos de patrocinadores y el merchandising de una camiseta que se vendería como rosquillas conmemorando la despedida de Messi del fútbol activo.
Y sería entonces, dos años después, cuando Messi decidiría proseguir su carrera en Estados Unidos o Arabia, en una competición poco o nada exigente, que le reportaría un nivel sobrenatural de ingresos.
Los Messi, especialmente Jorge, su padre, han hecho números. Han multiplicado por 200 euros cada entrada de las 106.000 que el Barça puede poner a la venta en el Camp Nou, han confirmado que por las camisetas conmemorativas pueden generarse más de 10 millones, que los patrocinadores pueden aportar 50 millones y que los derechos de televisión pueden disparar un negocio que puede alcanzar y hasta sobrepasar los 200 millones de euros, que en su mayor parte irían a parar a su bolsillo.
A favor de su regreso al Barça juegan Antonela y sus tres hijos que, igual que él, no han sido felices en París y añoran su casa en Castelldefels. Messi no acabó bien con Laporta, pero está dispuesto a hacer las paces. Le seduce que su amigo Xavi sea el entrenador. Le gusta el sistema de juego que utiliza el Barça, y considera a la plantilla del Barça competitiva para afrontar grandes retos.
Sin embargo, algo pesa en contra de la opción del Barça. Por un lado, a Messi no le seduce jugar dos años en Montjuic. Su casa es el Camp Nou y Montjuic sería para él un escenario extraño. Por otra parte, tiene serias dudas de que al término de la segunda temporada el Camp Nou esté acabado. El detalle es fundamental porque el homenaje que proyecta el Barça necesita un escenario único capaz para 106.000 espectadores, 20.000 más que el nuevo Bernabéu que está a punto de concluir Florentino Pérez.
Messi exige garantías de que el Camp Nou esté acabado en dos años porque él quiere despedirse de su afición en su campo, en su casa. No en Montjuic. Por otra parte, los constantes líos judiciales en los que se está viendo envuelto el Barça ponen en duda en este momento que las entidades financieras que estaban dispuestos a adelantar los 1.500 millones para la remodelación del Camp Nou sigan interesados en el tema después del escándalo Negreira.
Messi quiere garantías, y esas garantías pasan por un homenaje que solo puede ser en el Camp Nou. Visto así, el futuro de Messi en el Barça depende de Limak, la empresa turca que ha elegido Laporta para lavarle la cara al Camp Nou
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