A Borja Iglesias, delantero del Betis, no le salieron las cosas ante el Barcelona, no vio puerta, como es su obligación, y fue sustituido por su entrenador. Se marchó ofuscado del césped culpando al árbitro de la superioridad incontestable del Barça sobre el Betis en el terreno de juego.
A Borja Iglesias le debió salir el ramalazo perico, como poso de su etapa en el Espanyol. La retransmisión de Movistar le pescó enseñándole al árbitro el escudo de su camiseta y diciéndole: "la diferencia es el escudo".
No es fácil entender a Borja Iglesias pero se supone que quiso decirle al árbitro que el escudo del Barça pesa más que el del Betis para el árbitro. Al término del partido, ante las cámaras no tuvo la valentía de corroborar su bravura ante el árbitro. Solo sonrisitas dando a entender que al Betis le habían robado. Ni una palabra del penalti a Raphinha que se comió Burgos Bengoetxea, ni una palabra sobre la dureza con la que se emplearon los jugadores béticos.
El Barça se llevó los tres puntos de Benito Villamarín porque fue mejor. Solo por eso. Y ganó el partido a pesar del árbitro y del público local. En el Betis encontró muy poca resistencia, y en él ninguna.
"Es así. No tengo nada más que decir. Me voy un poco enfadado. Siento que hay cosas extrañas en este partido. No entro a evaluar si son merecedores o no de ganar, pero sí entro en que hay cosas distintas". Y dicho queda. Es una forma como otra cualquiera de recurrir al pataleo para justificar la inferioridad evidente del Betis ante un Barça superior.
Tiene razón Borja Iglesias. La diferencia está en el escudo. Uno lucha por los títulos y comanda la clasificación desde lo más alto ganando 16 de los 19 partidos que ha disputado en la primera vuelta y sumando 50 puntos. El otro es sexto, a 19 puntos del líder, Barça, y con 6 derrotas. Una ya ha ganado la Supercopa, lidera LaLiga con 8 puntos de ventaja sobre el segundo, es semifinalista de Copa y aspira a ganar la Europa League.
La diferencia está en el escudo, por supuesto. Efectivamente. Por una vez, Borja Iglesias, al que le cuesta hacerse entender, tiene razón.