La Santa Inquisición de Pedrerol se carga a gritos a Luis Enrique
Ocho iluminados se lanzan como hienas sobre la presa para despedazarla por su pecado original de cambiar la 'fe verdadera' por el Barça.
La Santa Inquisición española convirtió en la Edad Media al hereje en el mayor delincuente social. En esa institución el acusador y el juez eran la misma persona y el que quería mantenerse libre de sospecha no solo tenía que ser buen cristiano, sino parecerlo. Durante siglos la Inquisición mantuvo amordazado al pensamiento español, más que por la censura por la autocensura directa que practicaron sus autores ante el clima de terror que enviaba a la hoguera a todo aquel que se desviara del buen camino.
Con la excusa de orientar al descarriado para salvar su alma, lo perseguía, lo arruinaba y lo condenaba a muerte, aunque, eso sí, siempre en nombre de Dios.
La Santa Inquisición sigue viva en el apartado mediático futbolero de España. Josep Pedrerol, ejerciendo de Tomás de Torquemada, ha organizado un tribunal de iluminados que reparte carnets de muy y mucho españolismo y también títulos de entrenador. Son tres, cinco, ocho listillos que están en posesión de la verdad y se encargan de imponerla ante cualquier extraviado que se aparta de la luz divina. No les envían a la hoguera, solo les denuncian públicamente, les descalifican, les desautorizan y tratan de quitarles la honra a base de gritos. Ahora no hace falta que mueran quemados. Basta con hacerlos desaparecer. Y los despedazan como hienas buscando su exterminio.
El pelotón de fusilamiento de El Chiringuito ejecuta a Luis Enrique
De eso ha ido la cosa con el "hereje" Luis Enrique, el mayor de los descarriados de la historia del fútbol español. No es uno de ellos y merecía castigo. Siendo jugador del Sporting de Gijón vio la luz y fichó por el Real Madrid, en donde permaneció cinco años. Pero acabó su contrato y, pudiendo elegir su futuro, quiso jugar en el Barça. Ese fue su pecado original. Con eso empezó todo. El primer pecado de muchos más. No se lo han perdonado. A fin de cuentas hizo como el "amado" Figo, que aceptó cambiar el Barça por el Real Madrid por un plato de lentejas (3 millones de euros). Luis Enrique tuvo libertad para elegir y eligió el Barça. Eligió mal.
Ganó dos Ligas, dos Copas del Rey, una Supercopa de España, otra de Europa y una Recopa como jugador del Barça. Dos títulos más que en el mismo tiempo en el Real Madrid. Pero ahí quedó retratado como un traidor, porque la Santa Inquisición no permite que alguien pueda saltarse la fe verdadera y preferir la herejía del Barça antes que al Real Madrid. Eso es imperdonable. Y no se lo han perdonado.
Y luego fue entrenador. Y dirigió al Barça tres años. Y ganó dos ligas, tres Copas del Rey, una Supercopa de España, una Champions League, una Supercopa de Europa y un Mundial de clubes. Y eso dio mucha rabia. Luis Enrique ganó el segundo triplete de la historia del Barça después del logrado por Pep Guardiola. Y eso generó berrinches en la zona centro porque el glorioso Real Madrid nunca ha sido capaz de lograr algo así, una gesta reservada a los que juegan bien de verdad sin apelar al churro del minuto 93 para tapar sus miserias.
Y Luis Enrique se hizo más odioso aún en la capital. Además, no solo cambió Madrid por Barcelona, sino que se quedó a vivir en la ciudad condal, se casó con una catalana, tuvo dos hijas catalanas y, sin renunciar a su condición de asturiano y español, se ha mostrado siempre comprensivocon las reclamaciones de los catalanes. Y no solo eso. Presumía de culé y no ocultaba las simpatías cero que le generaba el Real Madrid, a pesar de haber vivido allí cinco años. Más rabia todavía.
Luis Enrique: "¿Yo a Cataluña ni agua? Fantástico, no queremos tu dinero"
Ante esta situación, Luis Enrique fue nombrado seleccionador español en virtud de sus méritos deportivos, que los tiene y sobrados, a diferencia de los que le crucifican, que lo más redondo que han visto en su vida en una sandía, pero, aunque sin ninguna titulación, se arrogan autoridad suficiente para juzgar, sentenciar y condenar a un seleccionador porque lo ha hecho mal. O al menos así lo han decidido ellos. Y es que aquí cualquier tribulete puede soltar la suya si respeta el guión del programa.
Edu Aguirre, en El Chiringuito: "Benzema no puede volver a ponerse la camiseta del Real Madrid"
Y Luis Enrique, que se convirtió en un técnico ganador en el Barça compartiendo la filosofía del control del balón, quiso borrar de La Roja la histórica "Furia Española", muy y mucho española, que tantos fracasos proporcionó a lo largo de toda la historia a la selección española, para seguir el camino que convirtió a España en campeona del mundo y de Europa y al Barça campeón de dos tripletes y un sextete inalcanzables para el Real Madrid en su centenaria historia.
Y para jugar como él cree que hay que jugar, recurrió a muchos jugadores del Barça que llevan años jugando como a él le gusta y no necesitan de explicaciones complementarias. También quiso seleccionar a jugadores del Real Madrid. Pero se encontró con que el portero es belga, los defensas son brasileños, austríacos, franceses y alemanes; los centrocampistas son croatas, alemanes y franceses; y los delanteros franceses, brasileños y belgas. El Madrid, que tiene un entrenador italiano a quien le importa un rábano si sus jugadores son españoles o marcianos, no le ofrecía más que un tiular, Carvajal, y un suplente, Asensio. No había más donde elegir. Y se llevó a los dos. El cien por cien. Ese es el verdadero problema, pero mejor atizar a Luis Enrique que a quien le priva de que en el Real Madrid existan jugadores seleccionables.
La Santa Inquisición se sintió ofendida. "Esta selección no es la mía", "esta selección no engancha", "la selección no interesa a nadie". No había jugadores del Real Madrid. Por tanto, "esa no es nuestra selección" y merece todo nuestro desprecio. Algunos alguaciles de la Santa Inquisición lo manifestaron abiertamente: "Yo no voy con España, mi selección es Brasil" (en el Real Madrid juegan más brasileños que españoles). Otros tragaron sapos esperando que llegara el momento de soltar toda la bilis acumulada para destrozar al seleccionador español.
Y el momento ha llegado. Y han podido liberarse. Son estos muy y mucho españoles los que no pueden aceptar que la mayoría de jugadores del equipo nacional de España pertenezcan a un club del cuadrante nordeste de la piel de toro en donde hace unos años intentaron independizarse de España. Y su honra eso no lo consiente. De la misma forma que les sienta a cuerno quemado que Xavi pueda dar sus ruedas de prensa en catalán, uno de los idiomas oficiales del estado español.
Ese trasfondo político ha pesado, y mucho, en la Santa Inquisición de Pedrerol, que se ha lanzado a la yugular de Luis Enrique en cuanto ha podido mientras trataban de mantenerse a flote antes de la eliminación intentando convencer a su audiencia de que ellos sí querían que ganara España.
Y como son los mejores gritando, vociferando y despezando a sus presas cual hienas, le han puesto a la selección todos los oibstáculos que han podido generando un ambiente tóxico y viciado, su especialidad, en torno a la selección.
Son los cachorros de Florentino Pérez, los que interpretan la información como más le gusta al presidente del Real Madrid y los que como premio obtienen anualmente su entrevista exclusiva con el presidente del Real Madrid y los que consiguen que Florentinbo Pérez anuncie en rigurosa exclusiva mundial su esperpento de la Superliga. Y así le ha ido. Si la comunicación de la Superliga depende de El Chiringuito, que con su nombre paga, el proyecto está condenado a muerte antes de nacer.
La selección española no puede funcionar bien nunca con este entorno nocivo formado por quienes manipulan a la opinión pública y rebuscan entre la porquería calamidades para España porque antes que España está el Real Madrid. El Real Madrid de los mercenarios extranjeros.
Lo más peligroso para el fútbol español no es que España haya fracasado en el Mundial, sino que una pandilla de forofetes indocumentados sin conocimientos haya sido capaz de cargarse al seleccionador a base de gritos y dando a entender que ellos saben más.
Es lo mismo que sucede con los árbitros. Saben que no es lo mismo equivocarse contra el Betis, el Villarreal o incluso el Barça que contra el Real Madrid. Los gritos de los palmeros de Florentino Pérez pueden acabar con su carrera. Los gritos del Betis, del Villarreal o del Barça no llegan a la capital del reino, que es donde se mueven los hilos del fútbol español. Y si no, que se lo pregunten a Gil Manzano, el "héroe" que ha expulsado a Messi, Luis Suárez y Neymar. Le faltaba Lewandowski y ya lo tiene.
Quieren un nuevo seleccionador moldeable, que les regale exclusivas y les llene horas de programación. Y a ser posible, que no simpatice ni con el Barça ni con los catalanes, y que seleccione a muchos del Real Madrid. Y si no pueden ser jugadores, que se lleve a Florentino o al utillero. Pero que haya muy y mucho Real Madrid.
El fútbol español enfila una deriva muy peligrosa. En Sálvame, a falta de actores y cantantes de relumbrón, que son caros, se retroalimentan entre ellos mismos. En El Chiringuito pasa lo mismo. Teniendo a Florentino una vez al año, no precisan más estrellas. Ya se tienen a ellos. No necesitan a nadie más. Se trata de que Roncero sea más importante que el seleccionador español. Hacia ahí va el fútbol español.
¡Qué peligro más grande!
REAL MADRID
Noticias de última hora del Real Madrid; análisis, artículos de opinión, curiosidades y exclusivas. Todo sobre el Real Madrid y sus jugadores. Serás el primero en saber lo que no te cuentan los demás.
FC BARCELONA
Noticias de última hora del FC Barcelona; análisis, artículos de opinión, curiosidades y exclusivas. Todo sobre el FC Barcelona y sus jugadores. Serás el primero en saber lo que no te cuentan los demás.
© Madrid-Barcelona.com
