Encuentro en la cumbre con viejos amigos y sus parejas al que se sumaron Paredes y Verratti, compañeros de Leo en el PSG.
Aunque Leo Messi se gane la vida en París, su casa sigue estando en Barcelona. Y a Castelldefels se escapa siempre que puede. La última, anoche. Cenó con sus amigos Busquets y Jordi Alba, y sus parejas, acompañado por sus compañeros Paredes y Verratti en el restaurante Velissima, del hotel Vela, junto al mar y cerca del puerto de Barcelona.
Los encuentros entre Messi y sus mejores amigos del Barça son constantes. Ahora falta Luis Suárez, que se ha enrolado en el Nacional de su país.
Pero Messi se reune con sus amigos de siempre, un grupo del que ha desaparecido Gerard Piqué, uno más de ese grupo durante toda la vida, pero ahora al margen por el desencuentro que se produjo con Messi a su salida del Barça.
En estos encuentros se perfilan los detalles de los planes de todos ellos, de volver a reunirse para seguir jugando a fútbol juntos en el Inter de Miami y dando entrada a Cesc Fàbregas. De hecho, Busquets ya ha avisado de que ésta será su última temporada en el Barça.
En la cena seguro que hablaron del espectacular debut de Messi en su segunda liga francesa, con golazo de chilena incluido ante el Clermont Ferrand, y también del excelente Gamper vivido en el Camp Nou como apertura de la temporada con un 6-0 al Pumas mexicano.
Y en el horizonte, el deseo repetido con machacona insistencia por Joan Laporta en los últimos meses en torno al regreso de Leo Messi al Barça. Lo cierto es que la estrella argentina ve muy lejano ese momento. Antes debe acabar el año que le resta con el PSG y los dos o tres años que desea jugar en la MLS estadounidense.