El Barça se ha presentado en la cita de Riad seguro de sus fuerzas tras recuperar a un puñado de efectivos con los que no ha podido contar en los últimos partidos. Ansu Fati, Pedri y Ferran Torres no podrán jugar todo el partido, pero ya están ahí, lo que supone un subidón en la moral de la plantilla.
En el vestuario del Barça se respira tranquilidad y confianza. El equipo ha mostrado su irregularidad en los últimos choques, alternando grandes momentos con fallos estrepitosos que han costado puntos en un equipo que está en construcción.
Pero el Real Madrid, que sí ven por TV los jugadores del Barça, porque son profesionales y no aficionados, no impresiona nada a la plantilla blaugrana.
El equipo blanco, salvo honrosas excepciones, va sacando adelante los partidos como puede y sin jugar a nada, esperando que se le aparezca la virgen a Benzema para que anote y sume puntos. Tampoco impresiona Vinicius, un jugador que pierde muchos balones y que falla muchas más de las ocasiones que tiene para anotar goles.
La verdadera preocupación en el vestuario es Casemiro, por la bula arbitral que le conceden los colegiados. En nueve temporadas Casemiro ha jugado 293 partidos en los que apenas ha visto 78 tarjetas amarillas y 2 rojas. Es decir, una tarjeta cada 3,5 partidos y una roja cada 146,5 partidos, algo que resulta sorprendente en un futbolista que juega al límite del reglamento.
Casemiro juega al límite, o directamente saltándose el reglamento, empleando su arte para practicar el juego subterráneo con faltas tácticas que merman al rival y le impiden jugar a fútbol ante la permisividad de los árbitros. Ese es el problema.
Además, con Casemiro se da la circunstancia de que no se le puede tocar porque cae al suelo haciendo temer a todos por su vida, tal y como sucedió en el surrealista penalti que le pitaron al Real Madrid ante el Valencia y que le sirvió para ganar un partido que se le estaba complicando.
En esta ocasión el árbitro es Munuera Montero, que, como es habitual en la prensa madridista, ya ha sido convenientemente presionado tildándole de antimadridista para ponerle en el foco y animarle a demostrar que no tiene nada contra el Real Madrid. Esa vieja táctica de llorar antes de los partidos le ha funcionado muy bien al Real Madrid a lo largo de la temporada con otros árbitros. Y es que el Real Madrid juega los partidos con once futbolistas y un ejército mediático que hace el trabajo sucio para que el árbitro sea el jugador número doce.