Sevilla tiene un color especial. Es el color blaugrana. El Barça ha perdido sólo una vez en sus últimas 15 visitas al Sánchez Pizjuán. Y esta vez tampoco ha caído. Es igual que el Sevilla esté 10 puntos por delante o por detrás del Barça. El Barça no deja de ser poderoso y siempre pone al aspirante a grande en su sitio. Hoy también. Ha marcado el Papu Gómez a balón parado y ha empatado Araujo a balón parado. El Barça le baja los humos al Sevilla y confirma que va a más. Y el Sevilla descubre que sin Messi tampoco.
El punto conquistado en Sevilla bajo la lluvia le sabe a poco al Barça y en cambio es gloria bendita para el Sevilla. El Barça intentó jugar a fútbol y el Sevilla hizo de todo menos jugar a fútbol, especialmente tras el minuto 63, cuando Koundé fue expulsado por una reacción infantil agrediendo a Jordi Alba con un pelotazo. Será que el Real Madrid le quiere fichar y quiso así demostrar su ADN blanco.
La primera parte ha sido igualada. El Barça ha controlado el juego dominando la posesión del balón. El Sevilla ni se acercaba, pero pasó lo que pasa siempre con este equipo y en una jugada aislada a balón parado el Papu Gómez ha sorprendido a un inoperante Ter Stegen. Era el minuto 31, el tiempo que ha tardado el Sevilla en descubrir que la defensa del Barça es un coladero. Fue el único disparo del Sevilla entre los tres palos en todo el partido. Y entró.
De nada sirve organizar tácticamente al equipo si luego atrás existe una falta de consistencia absoluta que se traduce en gol cada vez que el rival se acerca a portería. Afortunadamente, de medio campo para adelante el Barça tiene más argumentos y en el minuto 44 ha devuelto la pelota al Sevilla de la misma forma, a balón parado. Araujo ha conectado un cabezazo excelso, elevándose en el aire, congelando la imagen arriba y dirigiendo un testarazo potente y colocado junto a la base del poste.
El Barça minimizaba sus propios errores y llegaba al descanso con el premio del empate. Le faltó intensidad en la primera mitad. Mucho dominio, pero poco peligro, aunque Dembélé, Jutglà y Abde se han movido y han generado situaciones de gol.
En la segunda mitad Del Cerro Grande, casualmente del colegio madrileño, una casualidad más, se erigió en el protagonista del partido permitiendo el juego subterráneo del Sevilla, que en la última media hora de juego no ha tenido más estrategia táctica que buscar la expulsión de un jugador del Barça simulando faltas inexistentes y zurrando de lo lindo conscientes de que el árbitro no se atrevería a dejar al Sevilla con nueve.
Y Del Cerro ha picado enseñando tarjetas absurdas a Abde o Gavi en acciones en las que ni siquiera llegaron a tocar a los jugadores sevillistas, que se revolcaban por el suelo como si su vida corriera peligro. El hecho de que el fútbol se vea con 18 cámaras y las repeticiones puedan observarse desde ángulos diferentes no sólo aporta comicidad a la picaresca sevillista sino que genera vergüenza por el propio fútbol y el escaso tacto que en ese equipo tienen para cuidarlo.
El Barça ha sido superior se mire como se mire. Contra diez y contra once. A Ter Stegen sólo le ha llegado la pelota del gol (para variar). Bono, el portero del Sevilla, tuvo que parar cinco balones que iban entre los tres palos y se benefició de un poste de Dembélé en los últimos minutos.
El equipo de Xavi ha confirmado su progresión dentro de la nueva era que se ha propuesto instaurar el técnico. Pero falta todavía mucho. Lo más esperanzador es que el Sevilla es el segundo de la tabla, diez puntos por delante, y este Barça en formación le ha dado un baño, lo que quiere decir que a poco que espabilen en la segunda vuelta los 10 puntos pueden quedar en nada muy pronto.
El final ha sido muy pensoso. Agresiones de los jugadores del Sevilla sin castigo. En una de ellas se fue lesionado Eric García con una costilla fastidiada. Y tarjetas a los jugadores del Barça por mirar mal al contrario. Debió ser por eso. El Papu Gómez acabó el partido a pesar de que debió ser expulsado en la primera mitad después de mostrar su repertorio de puñetazos, manotazos, empujones, agarrones, patadas, zancadillas y pisotones. Todo valía para los jugadores del Sevilla. Los del Barça se llevaban tarjeta cuando se acercaban al rival y se dejaba caer en el suelo.
En el minuto 84 hubo un agarrón de Juanlu a Abde en el centro del campo cuando éste iniciaba una jugada de contragolpe con superioridad numérica. El sevillista le agarró durante 15 metros y cuando vio la tarjeta amarilla no se lo explicaba y no sabía por qué. ¡Qué injusticia! Y como eso todo.
También hubo un penalti a Araujo en el minuto 88 cuando iba a rematar. Un penalti de esos que no se pitan ,ni Movistar lo repite, no vaya a ser que la gente pueda pensar que los árbitros perjudican al Barça.
No queda claro si el Barça fue a Sevilla a participar en una guerra o para asistir al teatro de su rival, pero lo cierto es que vuelve a la ciudad condal ofreciendo una imagen de equipo consistente. Contra once y contra diez. De hecho, se echó en falta otro empuje en la última media hora para aprovechar la superioridad numérica.
Pero no se le puede reprochar intensidad a este equipo, que empieza a acostumbrarse ya a vivir sin la magia de Messi. Hoy se ha comportado como un bloque y han florecido más brotes verdes. Este es el camino, aunque todavía quedan por resolver las dudas que genera el equipo en defensa. Hasta el Papu Gómez ha confesado que el gol estaba estudiado porque sabían por dónde falla el Barça cuando defienden a balón parado.