Capítulo 75 del libro "El lado Oscuro de Laporta", de Pedro Riaño, en el que repasamos todos los detalles del primer mandato de Joan Laporta como presidente del Barça para entender su comportamiento en la actualidad. En este caso recordamos al cuñadísimo Alejandro Echevarría, un franquista patrono de la Fundación Francisco Franco dentro de una junta de marcado cariz independentista. Con Laporta era posible la cuadratura del círculo.
En el programa de Radio Marca Pelotas Fuera, Pilar Rahola, ex compañera de fatigas políticas de Laporta, se explayaba a gusto: “El Joan Laporta que yo conocí era un Laporta cargado de ilusión, muy duro en sus intenciones. Un tipo de toda la vida del Barça, que estaba harto de tanta corrupción y malabarismo de aquella época denigrante que tuvimos en los últimos años de nuñismo y de la época de Gaspart. Yo conocí este Laporta que te hablaba de sueños e ilusiones (...) Las cenas del Elefant Blau se organizaban en diferentes lugares, pero alguna vez alguna cena se hizo en mi casa ", lo que le confería autoridad moral para cuestionar el comportamiento del actual presidente: “Laporta siempre tenía a su cuñado muy escondido. La verdad es que me está costando reconocer a ese chico honesto, limpio y muy transparente que conocía antes, ahora veo un hombre un poco crecidito y demasiado engordado con el poder que tiene en la actualidad”. Son puntos de vista. Tan respetables como los de sus palmeros más incondicionales.
Albert Perrín, aquel que años atrás llamaba a Núñez fascista comparándole con Pinochet, ahora estaba encantado de alternar con lo más florido de la Fundación Francisco Franco sin necesidad de salir del Barça. Servicio a domicilio. Ése era otro tipo de fascismo. Mucho más amable, por supuesto. Perrín era el mismo que aseguraba que Echevarría y Laporta demostrarían con documentos irrefutables la falsedad de las imputaciones mostradas por Lluís De Val. Albert Perrín firmaba de su puño y letra en Sport el 6 de noviembre de 2005, bajo el título de “Alejandro”, un emotivo artículo que, sin duda, le situaría en los primeros puestos del ranking de palmeros favoritos del presidente: “Después de la tempestad por el caso Echevarría llega la calma. Aunque yo deba decir, sin embargo, que esa calma no esconde otras cosas. A Alejandro, para mí siempre será Alejandro, se le echa de menos. Sé que mucha gente no entenderá esto. Pero sólo escuchando a Eto´o o a Puyol, los dos últimos jugadores que han hablado de él, creo que se entiende lo que pretendo decir. Para ellos Echevarría también es Alejandro. Más allá de las ideas políticas que tenga o de las que haya defendido, lejos por supuesto de las mías, sólo quiero recordar que Alejandro ha hecho muchas cosas buenas en el club. La mayoría se saben, otras no. Pero Alejandro –sé que tú lo estás pasando mal y, sobre todo, tu familia- ya no está en el Barça. Desaparecido él, ha regresado la tranquilidad. Aunque muchos, y no sólo los jugadores, sigan pensando que nada es igual sin Alejandro”. Conmovedor.
Sin embargo, puestos a magnificar al personaje, está por llegar el momento en que alguien explique de una vez qué “cosas buenas” hizo por el Barça “que no se saben”. ¿Serán esas cosas buenas tan ciertas como las insinuaciones de que “ni ha sido, ni es ni será”? Perrín, que aún no era directivo y que llevaba meses tratando de hacer méritos consciente de que su perfil no gustaba unánimemente en la junta, debía esforzarse para lograr una plaza en el palco y ser algo más que delegado del fútbol base. Acertó en la estrategia y se salió con la suya. Tuvo premio. Viajes, comidas, hoteles de cinco estrellas. Igual iba a buscar las entradas de París que acompañaba al equipo de baloncesto, que hacía de guardaespaldas del presidente... El tema era lo de menos, lo importante era viajar y comer bien.
El 31 de octubre El Periódico publicaba una opinión de Lluís Portabella, de Barcelona, en la sección de Cartas al Director: “Como socio del Barça me pregunto: en caso de ganar algún título esta temporada, ¿iremos a ofrecerlo a la Generalitat o al Valle de los Caídos? Espero que me lo aclaren, aunque prefiero el silencio que la mentira”. Donde seguro que no irían a ofrecer los títulos es a la Mercè, ya que, según el directivo independentista Toni Rovira, esa era una tradición franquista que, por supuesto, convenía desterrar de la faz del planeta blaugrana. Eso sí. Lo otro no.
El 10 de noviembre de 2005 Mundo Deportivo sorprendía con una desconcertante noticia: “La Oficina de Atención al Jugador desaparece tras la marcha de Echevarría (…) A la espera de que el club decida cómo reconducir la situación, será Juan José Castillo quien vele por el bienestar de plantilla y cuerpo técnico, con ayuda del joven Pau, que se incorporó a filas justo antes del adiós de Echevarría”. Resumiendo, que esa función tan absolutamente imprescindible que había desempeñado con tanto éxito el cuñado del presidente, ahora la podía desarrollar cualquiera, por ejemplo Juan José Castillo junior, herencia arrinconada de Sandro Rosell, con la ayuda de un becario, lo que demuestra la relevancia, trascendencia y responsabilidad del cargo.
Ya una vez fuera del club, Alejandro Echevarría inició su peregrinación exhibicionista itinerante. Se trataba de demostrar que, aunque ya no estuviera, seguía presente. El 12 de noviembre se dejaba ver junto a su amigo Eto´o en el palco del Vicente Calderón presenciando el España-Eslovaquia. Mientras a de De Val se le vetaba el acceso al palco del Camp Nou por “incómodo”, el cuñado dimitido del presidente seguía jugando a hacer vida de directivo. ¿Representaba en Madrid al Barça? ¿Representaba a Eto´o? ¿Representaba a la Federación Española o quizá a la eslovaca? ¿O únicamente representaba a su cuñado? Sólo sabemos que estaba allí. La transparencia no daba para más.
No parecía dispuesto a esconderse. Se le veía entrar y salir de las oficinas y de los vestuarios como Pedro por su casa, asistía a la rueda de prensa de Gabri en las instalaciones del club para rechazar una oferta del West Ham o se dejaba ver por el hotel ocupado por el Barcelona en Valencia. Sobre el tema apuntaba e-noticies.com: “Teniendo en cuenta que no ocupa, oficialmente, cargo en el club, tiene una difícil explicación que el Barça permita a personas ajenas a la expedición oficial perturbar el descanso de los futbolistas poco antes de un partido tan importante como el de ayer”. Acto seguido se iría a Milán con Laporta al homenaje a Albertini, y a Nigeria, con Eto´o, para asistir a la entrega del Balón de Oro africano. Y luego al Mundial de Alemania. Un año después, ya con Ramón Calderón en la presidencia del Real Madrid, acudía al Madrid-Barça 06-07 como invitado especial de la directiva blanca. No cabe duda de que Alejandro Echevarría supo cultivar sus relaciones y aprovechar su tiempo en el Barça.
El 23 de abril de 2006 Sport desvelaba que “Echevarría sigue asesorando al Barça en seguridad (…) Esta misma semana se reunió con los responsables de El Prat y con miembros de los cuerpos de seguridad para planificar el dispositivo en caso de que el Barça gane la liga en Sevilla. Echevarría estuvo acompañado de Elías Frade, máximo responsable de la seguridad del club”. Y el 8 de mayo podía leerse en El Periódico: “Echevarría controló toda la rúa (…) Ayer quedó demostrado que el cuñado sigue manejando los hilos de la actual junta. Echevarría, que caminaba ante el bus de los jugadores, se encargó de organizar toda la seguridad de la rúa”. “No sé decirle por qué está ahí”, respondió Ferran Soriano al ser preguntado en RAC 1 por su presencia. Eso sólo lo sabía el propio interesado y su cuñado.
Echevarría, que sabía que nadie iba a atreverse a cuestionarle, coordinó la celebración de la rúa y el resto de la fiesta del Barça campeón de liga 2005-06 sin esconderse de nadie. E-noticies.com informaba de que “el cuñado del presidente Joan Laporta estuvo al pie del cañón anoche en el Camp Nou, móvil en mano, para que todo saliera como se esperaba. Echevarría llegó el lunes a París para coordinar todo el dispositivo de seguridad del club y el martes a media tarde volvió a Barcelona”. Y Jordi Juan, subdirector de La Vanguardia con pase en el palco del Camp Nou, según denunciaba Emilio Pérez de Rozas, aportaba su dosis de incienso el 19 de mayo, tras la victoria de París: “Hay que acordarse de Alejandro Echevarría, cuya labor no ha sido suficientemente valorada”.
Era para valorarla porque lo cierto es que no paraba. El 23 de junio informaba Sport: “Importante representación blaugrana en la jornada del Mundial. Txiki Begiristain, director técnico, Albert Perrín, directivo, y Alejandro Echevarría, ex directivo responsable de la Oficina de Atención al Jugador, acudieron ayer a Dortmund para presenciar ‘in situ’ el Brasil-Japón”. Echevarría no necesitaba ser directivo del Barça para disfrutar de los privilegios de un directivo del Barça.
Y llegaron las elecciones de 2006 que no quiso organizar Laporta y que tuvieron que ser convocadas por mandato judicial. Se calibró seriamente la posibilidad del retorno del cuñado por la puerta grande. Pero José Luís Carazo le daba carpetazo al tema en el Sport del 5 de agosto: “Ahora todos los miembros de la candidatura de Laporta valoran el trabajo de Echevarría, pero tiran la piedra y esconden la mano al no apoyar por unanimidad su inclusión en la candidatura por miedo a un eventual rechazo por parte de la masa social”. Sorprendía la información después de leer el artículo de Perrín y de escuchar a Laporta convenciéndonos de la unanimidad total de la junta en torno a su cuñado. Pero lo cierto es que esta vez Laporta no se atrevió a abrirle las puertas del Camp Nou oficialmente. Ese mismo día Radio Barcelona desvelaba que “el jueves se reunieron 15 de los 17 miembros de la candidatura de Laporta (faltaron Vives Fierro y Castro) para hablar de la posible vuelta de Echevarría. Se mostraron abiertamente a favor Boix, Perrin, Godall y Castro, que había delegado en Jame Ferrer; Ingla y Rovira no se pronunciaron y Soriano sugirió que el retorno, defendido por Laporta, se produjera tras las elecciones”. O sea, por la puerta de atrás, como en el anterior mandato. Soriano, como jefe de campaña, no deseaba que nada enturbiara lo que tenía que ser un nuevo éxito de su gestión en forma de paseo triunfal de su candidatura. Pero el tema estaba en la calle. Incluso el capitán, Carles Puyol, tratado con exquisito mimo tanto por Echevarría como por la tesorería del club, se mojaba públicamente expresando su deseo de la vuelta de su amigo ex directivo. Sin embargo, el 21 de julio de 2006 Emilio Pérez de Rozas se mostraba expeditivo en El Periódico: “Lo de que vuelve Echevarría no se lo cree ni su propio hermano, que lo va contando por ahí”
De cualquier forma, habría que valorar como un fracaso que después de tantas declaraciones lacrimógenas echando de menos al directivo dimitido, la junta no fuera capaz de dar con un sustituto para algo tan sencillo y sugestivo como hacerle la vida más agradable a los jugadores con presupuesto a cuenta del club.
El 9 de agosto, en Sport, Samuel Eto´o, cuya principal virtud nunca fue la ecuanimidad, salía una vez más en defensa de su amigo y echando pestes contra socios del club con aspiraciones a representación electoral: “Echevarría es mi amigo y todo el vestuario le quiere (…) No entiendo por qué no continúa porque hacía un trabajo enorme (…) Ha hecho mucho más por el Barça que otros que aparecen por la tele llenándose la boca del club. Gracias a él he podido centrarme exclusivamente en el equipo y no preocuparme del resto”. Por mucho menos el Elefant Blau de Laporta le echó la caballería encima a Van Gaal, quien como empleado de la entidad opinó sobre socios opositores. De la misma manera, en este caso ¿quién era Eto´o, como trabajador del club, para opinar sobre socios con representatividad electoral? El contrato estratosférico recién firmado y las relaciones comerciales del club con Camerún y la fundación del jugador justificaban el apoyo tan incondicional de una parte del vestuario, en donde habitualmente se reclamaba hablar de fútbol y no de cuestiones extradeportivas. La ocasión, en este caso, bien merecía hacer una excepción porque de bien nacidos es ser agradecidos y de humanos es recompensar los favores recibidos.
La versión del diario As era otra: “Entre los grandes logros que se le atribuyen al Cuñadísimo de Joan Laporta se cuenta siempre en primer lugar las mejoras que introdujo en el Barcelona en materia de seguridad. Y es cierto: desde que entró en el club (al día siguiente de las elecciones de 2003), donde sigue pese a su forzada dimisión como directivo, el crecimiento del número de personas destinadas a velar por la seguridad de la plantilla y del presidente se ha multiplicado varias veces.
Pero, como suele ocurrir por la ley del péndulo, a la directiva se le ha ido la mano. Así que ahora viajar con el Barça supone que a los jugadores apenas se les ve el pelo, porque pasan por los aeropuertos a la carrera, a menudo sin pisar la terminal, porque (como el martes en México) un autocar les espera al pie de la escalerilla del avión. Después de ser escoltados por la policía hasta el hotel, hasta cinco empleados del club impiden incluso que nadie se monte en el ascensor con algún crack, con las molestias para otros huéspedes. Etcétera. Parece algo paranoico, por muy inseguro que parezca el mundo. Están creando un equipo campeón, sí, pero también antipático”.
Y Ferran Soriano, entonces indiscutible número dos y delfín de Laporta tras la marcha de Rosell y Echevarría, expresaba en Mundo Deportivo su opinión sobre la etapa del cuñado en la junta: “El tema Echevarría se resolvió de la mejor forma posible”. ¿Qué entendería Soriano por “la mejor forma”? ¿Mentir a los socios en la asamblea? ¿Justificar el franquismo? ¿O simplemente “la mejor forma” era sacárselo de encima, como ocurrió finalmente?
Y ya que no podía seguir siendo directivo, Laporta optó por encontrarle una nueva ocupación oficial en el club eligiéndole como compromisario para la asamblea de 2006.
Una nueva muestra de las incoherencias del laportismo. Las JERC, Joventuts d´Esquerra Republicana de Catalunya, los mismos que ayudaron desinteresadamente a Joan Laporta a ganar las elecciones de 2003, denunciaban el 12 de febrero de 2007 que " a día de hoy, 31 años después de la muerte del dictador, todavía haya placas, calles y monumentos conmemorativos de los que lucharon contra la democracia y la libertad". Andreu Oliver, el portavoz, aseguraba que: "no sólo pedimos el cambio de nombre por lo de ideológico que representa, sino también por respeto a la gente que sufrió la muerte de familiares a causa del levantamiento fascista, y que día a día deben estar pasando por delante de estos monumentos que recuerdan la pérdida de gente querida". Todo ello muy significativo.
Leído en el libro de Jordi Badía, ex director de comunicación del club: “Me dijo que había conseguido un documento de la Fundación Francisco Franco en el que se afirmaba que no era ni miembro ni patrón. Y que le pondría una fecha de principios de junio del 2003 para situarlo antes de las elecciones a la presidencia del FC Barcelona, del 15 de junio. El documento lo firmaría el vicepresidente ejecutivo de la Fundación, Félix Morales. Me preguntó qué me parecía. Me quedé sorprendido y le dije que no había otra solución que no fuera la dimisión. Comenzó a hablar mal de Catalunya y de los catalanes, con amenazas muy graves y desagradables”.
Según informaba Infoesports.com el 9 de agosto de 2006 “Echevarría sigue trabajando para la causa, y cada día despacha en una mesa de un conocido local situado en la calle Santa Fe de Nuevo México esquina Ganduxer. Enric Masip y algún empleado más del FC Barcelona asisten a estas reuniones para recibir instrucciones. Casualmente, el periodista Salvador Sostres, con intereses familiares en este establecimiento, se ha convertido en uno de los defensores habituales de Joan Laporta en las páginas del diario Avui". Echevarría, ya dimitido, seguía moviéndose por las instalaciones del club como Pedro por su casa, tenía asiento garantizado en el palco y seguía fotografiándose con el presidente en actos oficiales.
En una entrevista concedida al New York Times, manifestaba Joan Laporta: “Somos un club que aprecia el talento solidario y la democracia, nuestro club se postula a favor de la democracia y la libertad ante épocas en las que había gobiernos sin libertad”. Y para demostrarlo, nada mejor que encumbrar a la cúpula del club a un simpatizante de quien gobernó al margen de la libertad. Hay que almacenar grandes dosis de cinismo para manifestarse en ese sentido unos meses después de haber defendido la presencia de un franquista en su junta. Para Laporta todo valía.
En su editorial del 28 de febrero de 2007 infoesports.com reflexionaba sobre la gran noticia del día: ”Ahora sí. Ahora Joan Laporta ya puede decir, bien fuerte y bien alto, que su cuñado y ex directivo del FC Barcelona, Alejandro Echevarría, no pertenece a la Fundación Nacional Francisco Franco. Después de casi diez años de pertenencia, Echevarría se ha dado de baja de la Fundación. Desde el 8 de mayo de 2006, hace menos de un año, la Fundación que vela para "difundir el conocimiento de la figura de Francisco Franco en sus dimensiones humana, política y militar, así como de los logros y realizaciones llevadas a cabo por su Régimen" tiene un patrón menos. Ahora bien, también queda claro que durante todo el tiempo que Echevarría fue directivo del club, fue patrono de la Fundación. Y si se dio de baja el 8 de mayo de 2006, lo podía haber hecho mucho antes, en el 2003, cuando enseñó aquel documento de un tal Morales por el que según Echevarría no tenía nada que ver con la Fundación. Pues sí que tuvo que ver, al menos durante los dos años y medio posteriores. Es curioso que una persona que ha demostrado su habilidad para ayudar a lograr nacionalizaciones de futbolistas en tiempo récord haya tardado tanto tiempo en darse de baja de una Fundación a la que negó repetidas veces su vinculación. Ya se sabe: "En casa del herrero, cuchillo de palo".
El 19 de junio de 2007 Joaquim Maria Bertrán descubría en Sport una “falta de sintonía entre Laporta y Echevarría”, concretando que las relaciones entre ambos “no son buenas (…) El presidente del Barça y su cuñado se han distanciado por desacuerdos en el modelo de club”. Al día siguiente, por si quedaban dudas, el presidente lo dejó bien claro en rueda de prensa: “Alejandro Echevarría es sólo un socio del club y es una persona no autorizada desde hace tres meses a entrar en el vestuario”
Un periodista se sorprendió de que un “sólo socio” pudiera campar a sus anchas por las instalaciones del club. Respuesta: “No campa a sus anchas. Hace tres meses que usted no puede verlo. Ha sido directivo, tiene relación con algunos jugadores pero es una medida correctora que se ha adoptado porque si no es directivo, responsable de ninguna área, ejecutivo, ni empleado, no puede entrar en el vestuario porque sólo entran las personas autorizadas. Hace tres meses que no le ven en el vestuario. Si ves a Echevarría en el vestuario, házmelo saber”, le dijo al periodista empleando ese tono desagradable ya tristemente habitual en él que contrastaba con aquel que apenas unos meses atrás empleaba para justificar contra viento y marea la presencia de su cuñado en la junta. Interesante también el detalle de los tres meses como fecha de veto. Hacía bastante más de tres meses que Echevarría no era directivo y se paseaba por las tripas del Camp Nou con total autonomía. ¿Qué había cambiado? ¿Por qué antes, siendo “sólo un socio” como ahora, podía moverse a sus anchas y de tres meses a esta parte no? Tampoco era necesario incluirle en la lista negra del club. Era evidente que se habían distanciado. De “cuñadísimo” había pasado a “non grato”. Asuntos familiares se mezclaban con el día a día en el club hasta el punto de que el presidente, invitado a la boda de Jorquera, sólo asistió a la ceremonia al percatarse de la presencia de su cuñado entre los invitados al banquete. La separación de Laporta de su esposa, Constanza Echevarría, contribuyó al distanciamiento.
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