El Barça superó con éxito en 1984 la misma situación que vive ahora con la marcha de Messi reinventándose como un bloque compacto sin estrellas.
La marcha de Leo Messi ha generado un clima de desilusión entre el barcelonismo que se traduce en las poco más de 31.000 entradas solicitadas por los 85.000 abonados del Camp Nou para ver en directo el Barça-Bayern de Champions League.
No es fácil recuperarse del impacto del vacío que genera la ausencia de un indiscutible número uno mundial. Pero el Barça ya ha pasado por esta experiencia, hace casi 40 años, y la resolvió con éxito.
Fue en la temporada 1984-85. Diego Armando Maradona se iba al Nápoles y con él desaparecía del banquillo el argentino César Luis Menotti, que ejercía en el Barça para darle gusto a la estrella. Llegó un desconocido Terry Venables del fútbol inglés y se trajo bajo el brazo a Steve Archibald, un discreto delantero que operaba en el Tottenham.
Comparar al que se fue, Maradona, con el que llegó, Archibald, era tanto como Ferrari con un utilitario. Pero los hechos, que ahora se repiten, dieron la razón a Venables. Archibald no tenía la magia de Maradona, era incluso un futbolista tosco, pero ejerció de pieza clave en el engranaje de un equipo que estaba construido para ser campeón... sin su crack.
El Barça dejó de jugar para su estrella y empezó a moverse como un equipo compacto, sin fisuras, en el que todos atacaban y todos defendían. Los cracks de la época dieron un paso al frente y Bernd Shuster, la estrella eclipsada por El Pelusa, dio lo mejor de su repertorio convirtiéndose en el líder del equipo. Y como sucede ahora, los jóvenes canteranos Calderé, Rojo y Clos se asentaron en el equipo aportando el sello de La Masía.
La época postMaradona se inició en el Bernabéu con un 0-3 inapelable. Nadie se acordó de los goles de Maradona. Y aquel Barça acabó ganando la Liga y arrollando a todo el que se ponía por delante, sobrandole jornadas para ser campeón. Con Maradona el Barça nunca ganó la Liga en los dos años que permaneció en el Camp Nou.
La historia puede volver a repetirse. Basta que el Barça, como hizo en 1984, se comporte como un verdadero equipo. No sirve de nada lamentarse por la pérdida de Messi. Además, en el caso de Maradona la pérdida fue más traumática porque el Barça dejaba escapar al mejor... ¡con 23 años!. Messi se ha ido con 34 años y ya en el ocaso de su carrera.
El Barça debe reaccionar y sobreponerse a la ausencia de Messi recordando que en la foto del fracaso (París, Roma, Anfield, Lisboa, Granada...) siempre aparecía Leo chupando cámara. Muchos parecen querer obviar esta realidad y recordar a Messi por sólo una de sus caras, como el monstruo que realmente fue... mientras las fuerzas le acompañaban.
El Messi de los últimos años sigue siendo el mejor, pero ya no es un extraterrestre como en sus años mozos. Simplemente es mejor que los demás, pero los títulos los ganan los equipos, no los jugadores que presumen de alto nivel.
Últimamente ya no hacía milagros como en sus primeros tiempos, cuando con un eslálom imposible solucionaba los partidos que se ponían cuesta arriba. ¿Cuánto hace de eso?
La vida sigue, y el Barça también. Aunque Messi no esté.
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