De escándalo en escándalo y tiro porque me toca. El Bernabéu, la catedral del atraco a mano armada, ha vivido hoy un capítulo histórico de fraude arbitral y adulteracióin de una competición. "¡Es una vergüenza!" le decía Lopetegui a Monchi en el descanso. Y eso es lo que se ha visto en el Bernabéu, una vergüenza que debería sonrojar a la clase arbitral e incluso al club beneficiado, que siempre es el mismo.
Ha sido en el minuto 29 de partido. El Real Madrid no daba una a derechas y se ahogaba ante la presión alta ejercida por el Sevilla. Se jugaba más en el área del Real Madrid que en la del Sevilla. Lopetegui le estaba dando un baño a Zidane. Los fichajes de Florentino hacian el ridículo. Y en ese momento De Jong remató de cabeza un corner, sin oposición, casi sin saltar, a placer. Y el gol entró por la escuadra de Courtois, que sólo ver cómo entraba.
Ha sido un gol limpio. De Jong no tenía a nadie cerca y su posición era correcta. Pero es así, en los momentos difíciles es cuando se valora a un amigo. Al amigo VAR, que ha salido al rescate del Real Madrid después de que el árbitro, Martínez Munuera diera por válido el tanto.
El VAR llamó a capítulo al árbitro para que viera un choque previo al remate de De Jong, en el que se ve a Militao caer al suelo de forma exagerada. Y ahí se ha agarrado el VAR y el colegiado para justificar su atraco al Sevilla. Inventándose una falta que sólo ha existido en su mente calenturienta y blanca.
Militao choca contra Gudel, pero Gudel no hace nada por chocar con él. Tenía ganada la posición y Militao, que no ve a donde va, se estrella contra su cuerpo y se deja caer de forma lastimosa.
Esto es el fútbol español. Esta es la competición fraudulenta que quiere darle emoción al torneo de La Liga evitando que el campeón sea siempre el mismo, y menos que lo sea el Barça, porque la política y los sentimientos anticatalanes también cuentan. Y este año le toca al Madrid.
Lo vamos viendo a lo largo de toda la temporada. De escándalo en escándalo. Pero lo de hoy ha sidoi mayúsculo. El Real Madrid no podría seguir la estela del Barça sin la ayuda del comodín, del jugador número 12. Después de dos años cediendo 17 y 19 puntos al Barça, esta temporada tocaba jugar con doce para que no se repita. Y en eso está el Real Madrid.
Así gana el Madrid. Sin marcar goles, de penalti, gracias a una agresión o agradeciendo al árbitro su intervención divina. Así sí gana el Madrid. Porque lo que es jugando a fútbol...