En apenas 18 meses la selección española de fútbol ha tenido cuatro seleccionadores. No es normal. Luis Rubiales entró en la Federación y lo primero que hizo fue cesar a Julen Lopetegui 48 horas antes de que diera inicio el Mundial. Fernando Hierro ocupó su lugar de forma interina con muy poca fortuna. Fue cesado tras el Mundial. Apareció Luis Enrique y los problemas de salud de su hija, que concluyeron de forma fatal, abrieron el camino a su ayudante, Robert Moreno, que acaba de der despedido para dar entrada de nuevo a Luis Enrique.
A Robert Moreno le cayó un marrón considerable cuando pasó de ser un ayudante de Luis Enrique de toda la vida a responsable absoluto de la selección española. Pero supo adaptarse a la situación. Se ganó a los jugadores y los resultados le han acompañado. Empezó titubeante, sin sacarse de encima su complejo de "segundo". Incluso Francisco Molina, el responsable deportivo de la Federación, tuvo que recordarle que el entrenador era él y no Luis Enrique y que había llegado el momento de que tenía que empezar a creérselo.
Y poco a poco, con el día a día. Robert Moreno se lo creyó. Y se metió en su nuevo papel. Y descubrió que se sentía cómodo. Los jugadores le seguían y le cogió el gusto a su nueva función, hasta el punto de olvidar su condición de ayudante para ejercer como seleccionador para la bueno y para lo malo. Y mientras ese proceso se ha ido consolidando, los resultados han llevado a La Roja a la fase final de la Eurocopa por la puerta grande, como cabeza de serie.
En este tiempo, tras las muerte de Xana, la hija pequeña de Luis Enrique, el contacto de Robert Moreno con su antiguo jefe fue disminuyendo. La relación de confianza que mantenían fue desapareciendo de manera proporcional al deseo de Luis Enrique de recuperar su puesto de trabajo en la Federación. El técnico era informado por jugadores amigos sobre la actitud de Robert Moreno en las concentraciones. Y era otro. Había dejado de ser el ayudante de Luis Enrique que todo lo consultaba, que pedía opinión antes de las convocatorias y que necesitaba ratificar sus decisiones con su antiguo jefe.
La comunicación entre ambos se cortó. Robert Moreno entendió que debía dar un paso al frente y ser un seleccionador cien por cien. Y renunció a consultarle a Luis Enrique las convocatorias, tampoco las tácticas a emplear. Ni siquiera le llamaba para tenerle informado de lo que sucedía en la Federación y en la selección. Y Luis Enrique se sintió traicionado. Moreno le estaba demostrando que podía volar sin él. Y lo hacía con la convicción de que el técnico asturiano acabaría aceptando alguna de las ofertas que él sabía que le habían llegado. La más jugosa, del Arsenal para sustituir a Unai Emery. Moreno fue nombrado como sustituto de Luis Enrique de forma provisional y él acabó tomándoselo como algo definitivo. Y por ahí se siente traicionado LUis Enrique. Moreno no ha respetado sus galones y se le ha querido subir a las barbas.
Pero las aspiraciones de Luis Enrique no iban por ahí. Desde el primer momento quiso recuperar su cargo en la selección y el hecho de que se enfriaran sus relaciones con Robert Moreno facilitó las cosas. Menos remordimientos de conciencia. Contactó con Rubiales y Molina y les dijo que quería volver. Dicho y hecho.
Y por si Moreno tenía dudas, Luis Rubiales se lo ha dejado muy claro en la rueda de prensa en la que se ha anunciado su cese y la llegada de Luis Enrique: "Estamos muy contentos con el trabajo de Robert, pero el líder es Luis Enrique, que es un entrenador magnífico, con un currículum tremendo. La decisión de Luis Enrique respecto a su cuerpo técnico es algo personal. No era temporal, era el de la Eurocopa salvo que Luis Enrique quiera volver y así ha sido".
Y Rubiales ha profundizado más en la herida de Robert Moreno: "Luis Enrique regresa a su puesto de trabajo. El 19 de junio expliqué que Robert Moreno se hacía cargo. Le dejamos claro que en el momento en el que Luis Enrique quisiera volver, iba a volver". Y ha vuelto. En otras circunstancias, antes de regresar Luis enrique habría hablado con Moreno. Pero no lo ha hecho. No quiere verle más. De hecho ya le ha sustituido en su staff por Juan Carlos Unzué. El feeling entre ambos ha desaparecido. Porque tampoco Moreno está precisamente feliz con la actitud de Luis Enrique en los últimos meses. Él está convencido de que su obligación era actuar con profesionalidad y de que Luis Enrique ha entendido su manera de meterse en el asunto como una falta de respeto hacia él.
Y antes de volver a ponerse a las órdenes de Luis Enrique ha preferido largarse. Ni siquiera se ha presentado a la reunión que tenía oendiente con Rubiales y Molina, sus antiguos jefes. Les ha enviado a sus abogados para que negocien el finiquito. Y, como LOpetegui hace año y medio, se va con el mal sabor de boca de no poder rematar su trabajo en la fase final de la Eurocopa.
A Moreno le ha molestado mucho que nadie, ni la Federación ni el propio Luis Enrique, le hayan tenido informado sobre el acercamiento del técnico asturiano a la selección a partir de una reunión que mantuvieron las dos partes en Zaragoza en 31 de octubre. Desde ese día, Moreno vive con la sensación de estar siendo engañado, con la mosca detrás de la oreja convencido de que le estaban haciendo la cama. Luego se ha sabido que en esa reunión Luis Enrique exigió el cese de Moreno, al que no quería tener en su staff. De esta manera ponían fin a una relación profesional que se inició en 2008.
En cuanto tuvo conocimiento de los contactos clandestinos de sus jefes en la Federación con Luis Enrique, Moreno se empecinó en renovar su contrato. Era una manera de forzar a Rubiales y Molina a que le explicaran la verdad. Pero le daban largas... hasta que tras la victoria ante Rumanía por 5-0, en su último partido como seleccionador, Moreno estalló y, con lágrimas en los ojos, comunicó a sus jugadores que iba a ser despedido y que volverían a estar a las órdenes de Luis Enrique. Prefirió evitar la rueda de prensa para no decir nada de lo que después pudiera arrepentirse. De hecho no hablará hasta que cobre el último euro de la Federación.
Después de reclamar a Rubiales la renovación tres veces en la última semana, Moreno entendió que estaba de más. Y ha optado por irse, con el amargo sabor de boca de quien se siente traicionado por sus jefes de la Federación y por un amigo-ñjefe al que siempre mostró su lealtad y profesionalidad. Todo hubiera sido más fácil si Luis Enrique llega a aceptar alguna de las numerosas ofertas que le han llegado desde España o desde Europa, pero Luis Enrique quería volver a la selección, descartando todo lo demás.
Casi no se hablan.