Pedrerol obvia la intervención decisiva de Florentino Pérez en la crisis de la selección y desvía sus misiles hacia Rubiales para poner a salvo de la opinión pública española a su estimado presidente.
Josep Pedrerol, en su faceta más servicial, ha salido al rescate del "Ser Superior", Florentino Pérez, y en un magnífico ejercicio de escapismo ha conseguido hacerle desaparecer de la crisis que asola a la selección, al fútbol español y a España entera. Para Pedrerol es suficiente con orientar sus misiles hacia el presidente de la Federación para que su amado Florentino, aunque le llame pesado, respire tranquilo. Le ha librado de una buena, una vez más. El problema es que hay vida más allá del adoctrinamiento zafio de Josep Pedrerol, el personal es libre para confrontar en otros lados lo que dice y sacar sus conclusiones. Pero por Pedrerol que no quede. Así ha preparado su editorial de hoy en Jugones sin más objetivo que lanzar fuegos de artificio para que la sombra de Florentino Pérez desaparezca de escena.
"Vaya incendio, vaya terremoto. La que ha montado Rubiales en la selección. Lopetegui, en la calle y Hierro en su lugar. Vaya crisis ha montado Rubiales. Echa a Lopetegui a dos días de empezar el Mundial. Qué torpeza. Echa a Lopetegui a dos días de debutar en el Mundial. Qué torpeza. Rubiales no ha hecho caso a los jugadores ni a nadie. Los futbolistas querían a Lopetegui. Querían que siguiese porque ha sido él quien les ha llevado hasta Rusia. Porque confían en Julen. Porque saben que es un profesional. Pero Rubiales ha pasado de todo. Ha pasado de la opinión de Ramos, de la opinión de Iniesta, de la de todos. Qué egoísta ha sido Rubiales".
Es él quien se ha cargado a la selección. Él solito. Y el argumento que da para echar a Lopetegui es la disciplina. Le echa porque no le han gustado las formas. Ha puesto su orgullo por encima de los intereses de un país. Ha sido la decisión de un novato. De un dirigente que no sabe dónde está. De un Presidente de la Federación al que le viene grande el cargo. Lopetegui merecía sentarse en el banquillo. Se lo había ganado. Pero Rubiales lo ha impedido. Su ego lo ha impedido. Vaya afán de protagonismo. ¿Dónde está la frialdad de un dirigente? La solución era así de fácil".
"Sólo tenían que sentarse juntos hoy Lopetegui, Ramos y Piqué. Sentarse juntos y decir que durante el Mundial todos a muerte con la selección. Todos a una. Era así de sencillo. Pero Rubiales no lo ha visto. Ha elegido el camino del enfrentamiento. El de la ruptura. El de la humillación a Lopetegui. Qué feo. Lo único que ha conseguido Rubiales es que empecemos el Mundial perdiendo. Ah, una cosa. Si España fracasa… la culpa ya no será de Lopetegui. No. Si España fracasa la culpa será de Rubiales. Entonces será él y sólo él quien tenga irse a su casa".
Viendo a Josep Pedrerol uno piensa que el novato presidente de la Federación se ha vuelto loco. Porque no explica que la reacción drástica de Rubiales responde a la acción previa de Florentino Pérez robándole a la selección y a España a su seleccionador, con contrato recién firmado, a dos días de iniciarse el Mundial. Eso, que no lo menciona Pedrerol, porque lo tiene prohibido en su guión, es el desencadenante de todo. Y por mucho que tape con una manta acolchada a su distinguido presidente (el del Madrid), hay lo que hay. Una judiada mayúscula a la Federación que ni Pedrerol puede tapar, por mucho que acuse a Rubiales de cargarse la selección "él solito". Él solito no. Algo ha puesto su admirado Florentino para la creación de este engendro.
La propaganda es así. Manipulación pura y dura. Cuando hay que defender lo indefendible, nada mejor que disparar salvas ruidosas hacia el lado contrario. Para Pedrerol Rubiales es el que ha montado el incendio, la crisis y el terremoto. Es Rubiales el que ha elegido el camino del enfrentamiento y la ruptura. Y además, por culpa de Rubiales, España empezará el Mundial perdiendo. Y si España fracasa, la culpa será de Rubiales. Claro que sí.
Ni el nombre Florentino, ni el apellido Pérez aparece por ningún lado. Gran trabajo, Pedrerol. Ni Goebbels lo habría hecho mejor.