“Todo empezó en una cena en verano de 2015 organizada en San Francisco por Gerard Piqué y Shakira, entre el señor (Hiroshi) Mikitani y nosotros”. Son palabras de Josep María Bartomeu en la presentación oficial del acuerdo alcanzado por el FC Barcelona con Rakuten para sponsorizar al primer equipo azulgrana por unas cantidades que quedan lejos de lo que deseaba el club (65 millones) y también de lo que percibe el Manchester United, que ni puede presentar los títulos del Barcelona en la última década ni puede presumir de acumular tanta estrella rutilante por metro cuadrado como se puede ver en el vestuario del Barça. El vicepresidente Manel Arroyo lleva años capitaneando a un equipo de profesionales a la caza y captura de una alternativa para Qatar como principal patrocinador del club, y ha tenido que ser Piqué y su pareja, Shakira, quienes encuentren la solución al trabajo de unos gestores que no han sido capaces de hallar por sí mismos lo que más convenía al club. Gerard Piqué se ha marcado un puntazo como futuro aspirante a la presidencia del FC Barcelona. Casi sin querer, le ha conseguido a Bartomeu 220 millones para los próximos cuatro años. Le ha proporcionado lo que ni su vicepresidente ni sus ejecutivos de altas nóminas han logrado. Y luego les ha dejado el trabajo sucio para que redondeen la operación. Trabajo de presidente. Bartomeu ha admitido que Gerard Piqué no ha cobrado por su gestión (sí han cobrado en cambio quienes no han sido capaces de dar con un patrocinador a la altura del Barça) y ha tenido que admitir que "Piqué ha estado informado puntualmente de la negociación". Piqué empieza su carrera electoral con hechos. El problema lo tendrá ahora Bartomeu cuando se siente con Piqué a negociar su renovación. ¿Se atreverá a regatearle un millón cuando Piqué le ha metido en la caja fuerte 220 millones?
Comenta con Facebook