Guardiola mostró sus objecciones y fue amonestado por Teixeira. De su boca no salió un insulto. Ni "sinvergüenza", ni "comprados", ni aplausos en sus narices. Buenas palabras y educación, pero a los colegiados les resulta más barato mostrar una tarjeta al entrenador del Barça que al del Madrid.
Mourinho puede esperar en la calle a los árbitros para lanzarle todo tipo de improperios y no pasar nada. Casillas puede acusar al trencilla de estar "comprado" y de irse de juerga con los jugadores del Barça y ni mu. En cambio, "poner objecciones", según escribió José Antonio Teixeira en el acta, es merecedor de cartulina.