Sí, Pep. Sería bueno que dejaras de marear la perdiz. El año pasado por estas fechas ya habías renovado. Ahora prefieres hacerte el interesante y poner al barcelonismo en un peligroso estado de excitación. Todos te queremos, todos estamos comprometidos contigo y todos necesitamos saber que tú compromiso con el Barça es recíproco, real y más fuerte que el que demostraste en tu época de jugador, cuando te fuiste casi sin avisar. Los jugadores confían en ti, el presidente y la directiva no tienen dudas sobre ti y para la afición, sin excepciones, eres el padre, el hijo, el yerno o el hermano que todos quisieran tener. Incluso eres el presidente al que todos los catalanes desearían poder obedecer. Tu áurea ha traspasado los límites de lo terrenal y te has convertido en el líder espiritual de un pueblo que te idolatra. Has triunfado en casa y los tuyos te adoran. ¿Qué te impide renovar, Pep? ¿Qué más quieres?
Nada perjudica más al Barça a estas alturas que las dudas de su entrenador. Les pides compromiso a tus jugadores, pero tú no te mojas. Exiges fichajes caros y de largo recorrido, pero tú no te comprometes a amortizarlos personalmente. Reclamas tranquilidad a tu entorno y sabes mejor que nadie que tu estudiada actitud no contribuye a generarla. Tú sabrás por qué lo haces, porque no hay duda de que lo sabes. El Barça afronta el periodo más delicado de la temporada, cuando se decide todo, y el tipo que se sienta en el banquillo está ahora por la labor de darle vueltas a su renovación. ¿De qué dependerá? Lo que te impide renovar tiene que ser algo lo suficientemente serio como para aceptar poner en peligro la concentración del equipo y del club entero en lo único que debe preocupar ahora: sumar más títulos. A estas alturas de la película el pueblo llano no entiende que Guardiola no renueve porque sí, sencillamente porque es del Barça y porque el Barça le necesita. No comprende que un simple detalle pueda más que tu barcelonismo. Y tú eres del Barça, Pep, aunque estos jueguecitos inoportunos parezcan indicar lo contrario. Los que aman al Barça no pueden entender tanta predisposición a abandonarlo. Hoy, día de San Valentín, es un buen momento para que declares tu amor al club de tus amores. Ya sabes, en esto del amor hay que dar y recibir. A ti te lo han dado todo, ¿qué te impide devolver parte del cariño que recibes? ¿Qué puede ser más importante que el club de tu vida? Cuando el amor es verdadero, Pep, no hay condiciones.
"Que la gente esté tranquila, que sé lo que hago y cuándo hacerlo", has dicho. La gente no está tranquila porque recuerda lo que dijiste la última vez que renovaste: "ahora ya no me preguntaréis por la renovación y podremos hablar sólo de fútbol". Eso es precisamente lo que quiere la gente, que nada distraiga la atención de lo que sucede en el césped. Pero la voluntad de la gente no parece coincidir con la tuya. Esa misma gente no olvida lo que dijiste hace un año: "no había ningún motivo para no renovar". ¿Qué ha cambiado un año después? ¿Ahora sí hay motivos que te impiden anunciar que sigues? También dijiste hace un año: "Cuando vea que sobro, que no tengo pasión y que me falta fuerza, cuando sienta que no esté bien, lo dejaré". ¿No te sientes bien, has perdido la pasión, te has quedado sin fuerzas, ves que sobras?
El año pasado por estas fechas mantenías: "Como aquí, no estaré en ningún lugar. Pero aquí las cosas te las tienes que ganar. Y lo hecho, hecho está. Yo no puedo vivir de lo que he hecho. Tiene que haber pasión". Pues eso, querido Pep. Tú, que conoces mejor que nadie el entorno de este club, tienes que saber que aquí es tan fácil alcanzar la beatificación como que te muelan a palos por un mal resultado. Y la gente tiene tanto derecho a cuestionar tu alineación de Pamplona como a desear tu renovación porque tu continuidad es sinónimo de triunfos. Te han regalado los oídos cuando te lo has merecido y debes estar preparado para la censura cuando te la ganes. Son las normas de este negocio que no has inventado tú. Y en Pamplona te la ganaste. Ya lo sabes, aquí no se puede vivir de lo que has hecho, las cosas te las tienes que ganar día a día. Por eso, todo lo que has hecho, que es tanto que nadie nunca podrá igualarlo, no te permite frivolidades como las que hacía tu amigo Cruyff, tu maestro al que has superado con creces.
Todos esperamos que renueves y que cuando lo anuncies no repitas aquello de que "a diferencia del primer contrato que firmé hace tres años, ahora sé que estoy más cerca del final que del principio". Lo que el barcelonismo necesita ahora es un mensaje de optimismo, no un triste responso. No te imagino, Guardiola, con todo lo que tú has hecho por este club, abandonando la nave como un vulgar Capitán Schettino. Entre otras razones porque este barco no se hunde. Ahora, cuando la Liga está prácticamente perdida, es cuando este gran buque que es el FC Barcelona más necesita de un capitán comprometido, de un líder que esté por encima de los resultados y vuelva a llevar a buen puerto el barco de un proyecto que inició Núñez y continuaron Gaspart y Laporta hasta llegar a Rosell. Lo que este club no necesita es un capitán que salte por la borda anticipándose a codazos a las ratas.
Pep, no le des la razón a Ibrahimovic, el que te menospreció llamándote "El Filósofo". Déjate de filosofías baratas y renueva de una vez. Tú sabes que tienes todo el crédito del mundo, aunque te equivoques como te equivocaste en Pamplona. Hasta los más grandes maestros están expuestos a un borrón. Nada puede motivarte más que triunfar en el Barça, tu club. Tienes el cariño de tus jugadores, el respeto de tu directiva y el apoyo entusiasta y sincero de tus aficionados. ¿Qué te impide renovar? ¿Por qué alargar de forma absurda esta situación? Si hay algo que te molesta, dilo. Entre todos buscaremos la solución para que seas feliz y nada pueda perturbar tu paz. Porque todos te queremos. Sí, Pep, aunque no te lo creas, todos te queremos. Por eso nos duele que nos vaciles de esta forma. El Barça no se lo merece y tú lo sabes muy bien.