Lo que ha pasado, pasado está. No se trata de insistir. Lo ha visto todo el mundo. Tanto en la ida como en la vuelta. Redundar en el comportamiento arbitral sería volver a remontarnos a lo mismo que ha estado sucediendo en los últimos años. Y no vale la pena.
El Barça juega muy bien. Y también cae muy bien. Será por eso que en los momentos puntuales, cuando lo necesita, los árbitros no dudan en equivocarse a su favor. Es lo que hay. Es cierto que los árbitros dan y quitan a todos. Lo extraño es que al Barça sólo le den. Y así seguirá siendo mientras este negocio no se mueva dentro de los parámetros de la normalidad.
Pero, por encima de arbitrajes, con lo que yo me quedo al final de los cuatro clásicos es con la constatación de que las distancias entre los dos equipos se han reducido de una manera espectacular. El Madrid ha ascendido ese escalón que le separaba del Barça y ahora están los dos a la par. De hecho, la diferencia entre ambos la marca ya un simple detalle arbitral. Y eso no está al alcance de Mourinho. Contra eso no se puede trabajar.
Mourinho ha cerrado su primer año con un balance esperanzador. Tiene equipo y ahora sólo hace falta retocarlo con alguna pieza que acabe de completar el puzzle. Sahin puede venirle muy bien a este Madrid para oxigenar su centro del campo. Y llegará alguno más, pero lo más difícil ya está hecho.
La temporada ha sido un gran éxito para el Real Madrid y para Mourinho. Después de años de penuria, luchar por la Liga hasta el final, ganar la Copa y caer en semifinales de la Champions League con la polémica arbitral habitual es un buen balance a la espera de tiempos mejores, que llegarán. De hecho, la eliminatoria de Champions ha estado tan igualada que no sería ninguna barbaridad decir que el Madrid podría haber accedido perfectamente a la final de Wembley. Sólo un par de matices arbitrales se lo ha impedido. Y con eso ya contábamos.
Mourinho ha demostrado también que se puede jugar de muchas maneras, todas válidas y honorables, pero ya se ha visto que el fútbol no se acaba con el eterno tocar y tocar y tocar que practica el Barcelona. Por tanto, para mí la llegada de Mou ha sido más que positiva. Fundamentalmente porque ha sabido recuperar los eternos valores del Real Madrid: los jugadores, pese a las adversidades, no han bajado nunca los brazos ni han agachado la cabeza rindiéndose de antemano, como sucedía antes. Jugar, sudar, dar la vida por esta camiseta, esos son los valores del Madrid que hemos visto de nuevo reflejados en los jugadores blancos. Y en eso tiene mucho que ver Mourinho, de quien tanto se ha dicho que iba en contra de los valores históricos del Real Madrid. Ese Madrid que ha sido el orgullo de sus aficionados reapareció en el Camp Nou, en donde no perdió y tampoco ganó porque un árbitro se lo impidió.
Este Madrid es un equipo solidario de verdad. Antes caían en octavos y no pasaba nada, caían en la primera ronda de la Copa y no pasaba nada. Ahora para ver al Madrid derrotado antes hay que ver cosas muy raras, porque por las buenas este equipo no cae así como así. El año pasado cada uno hacía la guerra por su cuenta. Los defensas defendían y los delanteros atacaban. Ahora, por encima de todo, el Real Madrid es un equipo. Y de este equipo aólo se pueden esperar cosas buenas en el futuro.
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