Leo Messi sigue agrandando su leyenda. Al astro argentino del Barça se le da de lujo batir récords, y sobre todo si las hazañas que supera estaban en manos de jugadores del Real Madrid. Ya dejó atrás a nombres ilustres del eterno rival, como a Raúl como goleador en la Champions League o como Di Stéfano en máximo artillero en los Clásicos. En el último partido en Riazor, no solo superó la cifra de los 500 goles en toda su carrera, sino que dejó patente que también es generoso. Messi se convirtió en el máximo asistente de la historia de la Liga con 121 pases de gol, superando los 120 que tenía en su haber Míchel. Dos asistencias a Suárez fueron suficientes para destronar al ex jugador del Real Madrid en lo más alto de la clasificación de asistentes del campeonato. Y es que Messi no solo sorprende con sus goles -suma 310 goles en 344 partidos de Liga- sino que esta temporada está dejándose ver como un organizador total, en una faceta que se le da de cine y que tiene pinta que adoptará con el paso de las temporadas.
Este curso se aleja del área, donde es un terror para los defensas, y empieza a construir desde más atrás. Ya sea desde la banda o por el centro, el argentino ha dado 11 asistencias, siendo el segundo que más ha repartido, por detrás de su compañero de equipo Suárez, que suma 14. Cuando dentro de unos años la velocidad no le permita zafarse de dos o tres contrarios con la facilidad de ahora, le veremos haciendo la labor de organizador, tal y como hacía Xavi con maestría. Alimentar a los delanteros podría ser su nuevo rol. Messi es un jugador total y una máquina de pulverizar récords.