Carlos Muñiz Sergio Ramos ha vuelto a levantar a los madridistas de sus asientos y hacerlos reventar de felicidad. Como ante el Bayern, como ante el Atlético... Sergio Ramos se ha especializado en proporcionar alegrías al madridismo en situaciones límite, en momentos de tensión, cuando todo parece ya perdido. El reloj había superado ya los 90 minutos del tiempo reglamentario cuando Sergio Ramos, ya en tiempo de prolongación ha conectado su cabeza, otra vez, con un balón que iba a llenarle de gloria. Un balón que ha entrado de forma inapelable en la portería del Barcelona sin que Ter Stegen pudiera hacer nada por evitarlo. Un balón, que como los del Bayern o el Atlético, le proporciona al Real Madrid media Liga. Si Ramos no llega a conectar ese cabezazo, el Barcelona estaría ahora a tres puntos del Real Madrid y dependiendo de sí mismo para ser campeón. Ahora el Real Madrid ha salido del Camp Nou como entró, con una cómoda renta de seis puntos de ventaja que le permite contemplar el futuro con tranquilidad y optimismo. Sergio Ramos ha sido el hombre talismán en el minuto 90, pero también el capitán que ha dirigido el juego de su equipo desde atrás y el hombre que ha puesto orden en una defensa que apenas ha tenido problemas para plantar cara a tres delanteros de mucha calidad que hoy han parecido corderillos ante los defensores de Zidane liderados por Sergio Ramos.
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