Si escandalosa ha sido la mano de Pepe en Getafe, no menos escandalosa ha sido la que se ha visto en el Camp Nou cuando un disparo de Tello ha sido rechazado con la mano dentro del área por Mikel González. Son las dos varas de medir para quien va primero, con siete puntos de ventaja y también siete penaltis de ventaja, y quien va por detrás luchando contra los rivales y contra la acción de los árbitros.
Al Real Madrid todo le va de cara porque los árbitros parecen confabulados para ponérselo fácil. Que Higuain toca el balón con la mano en el área, no lo ven. Que Pepe pisa a Messi, no lo ven. Que Mourinho llama sinvergüenza al árbitro, no lo oyen. Que Casillas se mofa en la cara del árbitro, no se enteran. Que Pepe toca hoy el balón con la mano, no lo ven. Y así se escribe la historia. El Barça sufriendo porque no hay manera de que le piten penaltis a favor, aunque se produzcan en casi todos los partidos que disputa, y el Madrid tranquilo porque si las cosas se tuercen, ahí está la clase arbitral para arreglarlo.
La mano de Mikel González, de la Real Sociedad, dentro del área ha sido clara, clarísima. Es imposible que no la haya visto, como es también imposible que no se hayan visto los siete penaltis que han dejado de pitar los árbitros a favor del Barcelona a lo largo del campeonato. Clos Gómez, el colegiado que mintió en el acta -no es el único- para perjudicar al Barcelona expulsando a Guardiola en Almería, le ha vuelto a hacer una mala pasada hoy al equipo blaugrana. Tampoco es la primera jugarreta que le hace al Barça. Sin embargo, esta vez se ha quedado con las ganas porque el Barça ha sacado adelante el partido aún a su pesar. Pero va a ser difícil, muy difícil, que el Barcelona revalide el título si el camino que le espera de aquí al final presenta el mismo paisaje que el de esta jornada: errores a favor del Madrid, errores en contra del Barça.
Y Karanka diciendo que el Madrid sabe reconocer los errores de los árbitros cuando le benefician. Que vuelva a hablar Mourinho. Al menos éste tiene gracia, porque Karanka no sabe contar chistes.