Todo está estudiado, los jugadores del Barça ya saben lo que tienen que hacer para volver a ganar en el Bernabéu. Existe confianza en las propias fuerzas y convencimiento de una superioridad sobre un rival que ya pasó por la piedra en agosto cuando el Barça apenas llevaba tres semanas de entrenamientos.
Sin embargo, hay un detalle que preocupa enormemente en el Camp Nou; la capacidad que tendrá el árbitro para impartir justicia en un ambiente cargado y con un equipo que no se le pondrá fácil porque, como ya es habitual, recurrirá a la violencia, las protestas porque sí y, sobre todo, al teatro. El cuento que le echan a su juego futbolistas como Di María o Cristiano Ronaldo puede tener una influencia vital en el juego, ya que puede provocar penaltis y expulsiones si el árbitro no sabe sobreponerse a la tensión que generará el encuentro.
El historial de Di María, posiblemente el futbolista de todo el planeta que más teatro le echa a su juego, y el de Cristiano Ronaldo simulando faltas y penaltis que no son, nada tiene que ver con el arte del fútbol que tan bien domina el Barça. Por eso, conscientes de que el Real Madrid no podrá salir a jugar de tú al Barça con una propuesta puramente balompédica, Guardiola realizará en las horas previas al clásico trabajo extra para que sus jugadores no caigan en las provocaciones y traten de evitar las tanganas y las discusiones con unos rivales que les buscarán las cosquillas. Al menos eso es lo que han hecho siempre desde que Mourinho es entrenador del Real Madrid.