El Real Madrid, con muy poco estilo, ha escondido su campo para la final de la Copa del Rey. El Real Madrid, antiguamente conocido como el equipo de España, le da la espalda a la copa del Rey, antes Copa del Generalísimo. Están asustados. No soportan la gemonía del Barça y sería superior a sus fuerzas tener que ceder su estadio para que suene el himno del Barça en honor al campeón. El estilo Mourinho se ha apoderado del club y ahora el Real Madrid, esa sociedad modélica de la que hablaba Ramón Mendoza, se ha convertido en el juguete de un portugués para cumplir sus venganzas particulares.
El Bernabéu no albergará la final de Copa según la versión oficial porque tiene que adecentarse, que falta le hace. Según la versión real porque ni quiere servir de escenario a un nuevo triunfo del Barça ni lleva bien el club blanco eso de albergar a dos aficiones con mucha dosis de independentismo que silbarán el himno de España y la llegada del Rey al recinto. Además, hay un tema añadido: en Madrid no olvidan que el Barça ya hizo lo mismo en la temporada 2003-04, cuando el club blaugrana se desentendió del tema y la Federación tuvo que ubicar la final de Copa en el estadio de Montjuic.
Lo cierto es que la posiibilidad de cambiar el Bernabéu por el Camp Nou redunda en beneficio del espectáculo. Las 80.000 plazas que escasamente puede ofrecer el Bernabéu se convertirán en 98.972, lo que quiere decir que cada equipo tendrá acceso a 9.500 entradas más para sus aficionados que si el partido se hubiera disputado en el Bernabéu. La final de Copa merece un digno escenario, el mejor: el Camp Nou. Aunque es una pena que un club que está orgulloso de su nombre, conseguido por concesión de la Realeza, reniegue ahora de una competición que lleva el nombre del Rey de España. Que lo digan claramente, les da miedo poner la cama para que el Barça logre una nueva gesta, pero que no pierdan el tiempo intentando engañar al personal con bobadas como lo de las obras. Por España, lo que haga falta. ¿O ya no?