Rosell ha subrayado en Extremadura la necesidad de recuperar y fortalecer la desmoronada proyección exterior del Barça. El nuevo mandatario no ha ido a arrojarse a los pies de nadie, como se ha dicho maliciosamente, sino que ha ido a restablecer algo tan innegociable como la fe blaugrana de miles de barcelonistas (90 peñas), maltratados por el delirio excluyente y las ambiciones personales del anterior presidente.
Fernández Vara, el presidente extremeño, y Rosell levantaron viejos puentes. Enderezar la insatisfactoria representación institucional es una de las tareas de Rosell al que, en cinco días de mandato, empieza a exhibir un talante inflexible tanto en las propias decisiones como en aquellas a las que se ha visto abocado: la más triste la del torpe nombramiento de Cruyff y su grotesco desenlace.
El próximo viaje es a Sudáfrica, un compromiso adquirido hace tiempo. Allí Rosell tiene previsto una serie de contactos que guardan estrecha relación con el Barça, rodeado de toda la clase dirigente del fútbol que asistirá a la final del Mundial en Johanesburgo. También aprovechará para felicitar a los jugadores del club, reconocidos protagonistas de una histórica clasificación, por el exitoso torneo que están llevando a cabo en la selección.
El viaje, que coincide con la movilización popular del sábado contra la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, ha empezado a crear controversia. El Barça, que siempre ha estado junto a la sociedad civil, no fallará y llevará a su mejor representación posible.