Ni reforforzando media plantilla. Ni ganando todos los partidos de pretemporada. Ni jugando mejor. Ni llevando más días de preparación. Ni pisando al contrario. Ni agrediendo a los jugadores y entrenadores del otro equipo. ¡Ni metiendo el dedo en el ojo!.
Porque el Real Madrid venía mucho más preparado a esta competición que el FC Barcelona. El madridismo entero estaba convencido de que se la iban a llevar. Y no sólo el madridismo. La parroquia azulgrana la daba por perdida. Algunos barcelonistas ya pensaban incluso en la Supercopa de Europa de la semana que viene.
Y es que esta competición parecía hecha para ellos. Llegaba en el momento perfecto según su preparación veraniega y, para colmo, habiendo ganado todos los partidos. Enfrente un Barça que aún buscaba el rumbo y que físicamente estaba bajo mínimos. En definitiva, iba a ser la fiesta del madridismo, que iniciaría así su esperadísima y tan preparada segunda temporada de José Mourinho, aquella en la que lo gana todo en todos equipos. En todos menos en el Chelsea, donde apenas ganó dos ligas y alguna Copa, como el dice, "menor", aunque se empeñen en recalcar su "brillante" etapa en Londres.
Pero llegó el Barça de Pep Guardiola. Y con él llegó Leo Messi. El argentino venía de unas vacaciones agitadas, en las que mantuvo la forma disputando algún amistoso, y destrozó al Madrid cun otra exhibición. Llegó la pesadilla blanca y les sopló el primer título de la temporada. El único que podían dar por hecho va y se les escapa (Como la Copa se le escapó al "entrañable" Sergio Ramos desde lo alto del autocar).Tiene que ser muy duro para los madridistas que venga un Barça a medio gas les vuelva a pasar la mano por la cara y los vuelva a ridiculizar.
Y lo mejor aún está por llegar, porque después del primer título de la temporada el Barça disputará el segundo en Mónaco, ante el Oporto, mientras los madridistas esperan para poder iniciar la Liga y poder limpiar la imagen penosa que han dejado en la Supercopa.
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