El Barça quiso solidarizarse con once niños, de entre nueve y doce años, desplazados por la crisis nuclear de la central de Fukushima. Los niños recibieron camisetas personalizadas con su nombre a manos de sus ídolos. En ningún momento perdieron la sonrisa, conscientes que iba a ser un detalle que no olvidarían jamás. Después del homenaje, en el que también estuvo presente el Instituto Cervantes y la embajada española, los niños pudieron disfrutar del entrenamiento de los blaugranas en primera fila.
El Barça, pues, dio otra muestra del por qué es más que un club. Porque el Barcelona es universal y siempre que sale de sus fronteras la gente quiere respirar Barça. Porque el blaugrana es el color de moda, el color del mundo.