Al final habrá que pedir perdón porque el Barcelona figura en segunda posición en la clasificación del Juego Limpio, un ranking que debería comandar si no fuera por la absurda expulsión de Piqué en Getafe.
Parece como si el Barça fuera culpable de dedicarse a jugar a fútbol y no a hacer faltas. También parece que es culpa de Guardiola -que lo es- que los contrarios vayan perdidos buscando el balón sin apenas opción a hacer duras entradas porque llegan tarde. De cualquier forma, los hay que aún llegando tarde no se cortan, como Sergio Ramos, y son capaces de repartir hachazos y manotazos a diestro y siniestro sin que el árbitro, sí el árbitro del villarato, se entere. Pero, claro, Sergio Ramos puede actuar con total impunidad porque sabe que luego el Comité de Competición amigo le tratará con mayor benevolencia que la mostrada con Albelda, quien fue expulsado en el Bernabéu por algo que sólo vio el árbitro del villarato de turno y sancionado con mayor severidad que Sergio Ramos -el de las tres agresiones en una- por protestar la injusticia.
Parece que es gravísimo que al Madrid, famoso en el mundo entero por las tretas de su entrenador, le hayan pitado 206 faltas, mientras que el Barça, que sale al campo exclusivamente a jugar a fútbol, sólo le hayan contabilizado 161 faltas. Y parece muy grave también que a los rivales del Madrid les hayan sancionado con 204 faltas mientras que a los rivales del Barça con 213.
Y Mourinho, el que tanto se queja de que "otros acaban los partidos jugando contra diez", ha visto que su Real Madrid ha acabado tres partidos con superioridad numérica mientras el Barcelona lo ha hecho en cuatro. La diferencia sólo está en Sergio Ramos, que se ganó a pulso la expulsión.
Resulta ciertamente patético que desde Madrid no encuentren más argumento para cuestionar la incuestionable superioridad blaugrana que los árbitros no les pitan faltas a los jugadores del Barça. El día que el Real Madrid aprenda a jugar a fútbol como los ángeles descubrirá que no es necesario recurrir a la violencia para ganar los partidos. Están en ello.