Pedro Riaño Seguramente uno de los errores más garrafales que cometió Joan Gaspart durante su mandato presidencial -y fueron muchos- fue introducir en el Camp Nou a una pieza que jamás debería haberse puesto la camiseta del FC Barcelona ni defender su escudo. En su momento, Gaspart se encaprichó de Alfonso Pérez, ex jugador del Real Madrid entonces en el Betis. El muy iluso pretendía devolverle a Florentino Pérez la jugada de Figo llevándose él a Alfonso al Barça. Y el fichaje le salió rana, como era de esperar. Apenas estuvo dos temporadas en el Barça y no sólo no brilló, sino que fracasó estrepitosamente formando parte de la plantilla que hundió al Barça en la miseria y que acabó con Gaspart como presidente. Alfonso nunca debió fichar por el Barça. No lo merecía. Su madridismo debió impedirselo a él en su momento, pero pensó que valía la pena poner la mano, coger la pasta del Barça y salir corriendo. Eso es lo que hizo. Pero lo peor no fue su rendimiento, que fue nefasto, sino las tonterías que llegó a decir cuando fichó por el Barça como dando por sentado que el barcelonismo es idiota: "yo soy del Barça desde pequeñito" o "he cambiado el color de mis botas blancas por otras doradas porque yo soy culé". No era necesario que pasara a la historia del Barça como mentiroso, además de como fracasado. Se lo podía haber ahorrado. Su historia reciente le delata. Ha echado pestes del Piqué, del Barça, de los silbidos del Camp Nou y las banderas. Juega en el equipo de veteranos del Real Madrid y se preocupa muy mucho de propagar a los cuatro vientos su madridismo y su antibarcelonismo. Ahora, preguntado por el diario As por el partido que enfrenta a Betis y Barça esta tarde, no ha tenido inconveniente en morder la mano que le dio de comer: "Evidentemente, voy con el Betis. Además le haría un favor al Real Madrid". Por supuesto que Alfonso Pérez está en su derecho de ir con el Betis y de preferir que la Liga la gane el Real Madrid. Tanto como el que tienen los socios y aficionados del Barça a evitar que en su plantilla se cuelen farsantes y mentirosos que ni dicen lo que piensan ni piensan lo que dicen.