Guardiola se desespera y muestra su verdadera cara

Guardiola se desespera y muestra su verdadera cara

| 2012-02-13

| Administrador

La desesperación mostrada por Josep Guardiola en los últimos partidos es sin lugar a dudas un sinónimo de que las cosas en el Real Madrid se están haciendo muy bien. El técnico culé está mostrando su verdadera cara, esa que tantas veces ha intentado tapar con una máscara de falsa modestia. Ahora Guardiola agarra por el hombro a los árbitros, se cuela en el césped y realiza graves aspavientos desde la banda. El entrenador azulgrana está desesperado.

El Real Madrid no falla, y el Barcelona se estrella con cualquier piedra que encuentra en el camino. Los azulgrana está tocando fondo, y el fin de ciclo se atisba cada vez más cercano. Los blancos no parar de pisar el acelerador, y el Barcelona se agarra a los resquicios del llanto y las ayudas arbitrales para justificar su mal juego, el cual se ha visto muy palpable en el último mes de competición.

En los últimos partidos hemos visto a Guardiola desquiciado, saltar al terreno de juego, hacer cambios inverosímiles, protestar e incluso intimidar a los colegiados. Otra cara hubiera relucido si ese gesto lo hiciera Mourinho, pero parece que al ‘modesto’ de Guardiola se le permite todo, y el madridismo está cansado. Los merengues están sacando a relucir la verdadera cara de Guardiola, la que ahora duda de un proyecto que él mismo ha diseñado y del cual podría bajarse en cualquier momento, situación que podría precipitarse si su equipo sigue perdiendo fuelle como hasta ahora, ya que en Can Barça comienzan a dudar de su entrenador, al cual aún le queda mucho que demostrar si quiere hacer algún día sombra al mejor técnico del mundo, José Mourinho.

En Barcelona han cambiado de discurso. Allí no se hablaba de los árbitros, pero si se les intimida El claro ejemplo se vivio en Pamplona, donde todo el banquillo, con Pep Guardiola al frente, saltaron para comerse al liner que acertó al señalar fuera de juego en el gol de Alexis. Las cosas están cambiado y en Barcelona este hecho hace mucho daño. La realidad duele.