La verdad sobre el trato de favor que recibe el Barça de los árbitros

Carlos Muñiz Un suave agarrón de Mangala sobre Luis Suárez es suficiente para temer por la vida de Luis Suárez, que se cae en el área como si le hubieran clavado un puñal en la espalda. Penalti y expulsión. Nada que ver con lo que sucede habitualmente en el área del Barça. Hubo agarrón y, por tanto, el penalti estuvo bien señalado en el Barça-Valencia de ayer. Sin embargo, echamos en falta en los árbitros esa misma sensibilidad que tienen con el Barça empleada en sus rivales. Por ejemplo, en el partido de la primera vuelta entre los mismos equipos en Mestalla, Mascherano no cogió fugazmente por la camiseta al propio Mangala, le abrazó como muestra la imagen para impedirle rematar a puerta en el lanzamiento de un córner. Ni penalti, ni expulsión ni nada.   En el caso se Mascherano se produce el agravante de la reincidencia. Llueve sobre mojado. Y si no, que se lo pregunten a Cristiano Ronaldo en el último clásico del Camp Nou. En todos los córners que se pican contra el Barcelona el central argentino repite la misma acción para compensar su inferioridad en cuanto a estatura. Y los árbitros lo pasan por alto, como puede comprobarse en las estadísticas, según las cuales en 28 jornadas de Liga el Barça no ha recibido un penalti en contra ni ha sido castigado con ninguna tarjeta roja. Es la doble vara de medir, el doble rasero que emplean los árbitros para favorecer sibilinamente al Barcelona. Se entiende que cuando Piqué salta porque se siente perjudicado, Bartomeu calle y le tire de las orejas. Tiene el tema muy controlado y sabe que por cada acción perjudicial de los árbitros llegarán tres favorables. Y así, penalti a penalti, expulsión a expulsión, el Barça ha conseguido que parezca que sigue con su juego la estela que va dejando el real Madrid,