Fede Peris El Real Madrid de la Felizidane practica otro fútbol, un fútbol con otras normas que van desde el empujón de James a Modric que acabó siendo penalti a su favor (así funciona esto) hasta la jugada que ayer protagonizaron Gareth Bale y Keylor Navas. El jugador galés, defendiendo un balón en su área, empujó y tiró al suelo a su compañero Keylor Navas, que no salía de su asombro, mientras el delantero levantaba la mano pidiendo falta al árbitro y a la protesta se sumaba el portero sin saber exactamente por qué. Cosas que sólo suceden en el Real Madrid. La cuestión es que el árbitro picó y señaló la falta sobre Keylor Navas. Como cuando Cristiano Ronaldo levanta el brazo señalando no se sabe bien qué cuando quien marca el gol del Real Madrid no es él. Lo peor de la jugada de ayer, que confirma que Gil Manzano merece ser sospechoso de malas prácticas arbitrales, es que Bale exigió que pitara la falta y la pitó. No es extraño que cuando le exigieron que pitara penalti en el área del Villarreal accediera con mucho gusto a contentar a los jugadores madridistas que se lo reclamaban. La cuestión es que la imagen descubre el nivel tramposo del Real Madrid, que necesita recurrir a estas artimañas y engaños al árbitro para sacar adelante sus partidos. Es la aportación del Real Madrid a la evolución del fútbol. Su huella en la historia: penaltis y trampas.
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