Carlos Muñiz
Está decidido. Isco no seguirá en el Real Madrid la próxima temporada. Sus últimas declaraciones no dejan espacio a la duda: “Lo que me preocupa es tener minutos, la carrera de un jugador es corta. Yo estoy muy feliz aquí y estaría muchos años más. De aquí a final de temporada tomaremos una decisión, es mi futuro lo que está en juego”. Está claro que Isco tiene otras alternativas que le ofrecen más minutos y...más dinero.
En el club son conscientes de la situación y ya existe una postura oficial respecto al tema. Si Isco se quiere ir, ya sabe cuál es su precio: 150 millones, la cantidad fijada en su cláusula de rescisión. La negociación de esa cantidad es posible, pero el Real Madrid tiene muy claro que si el valor en el mercado de André Gomes es de 150 millones, el del mediapunta andaluz es bastante más.
A favor del jugador y en contra del club está la fecha de caducidad del contrato que une a ambas partes: 30 de junio de 2018. Isco podría esperar a que llegue esa fecha para irse sin dejar un euro en las arcas del club, pero eso no le interesa ni al Real Madrid ni al jugador, que pasaría un auténtico calvario en su último año como madridista y perdería la posibilidad de jugar el Mundial 2018 en Rusia.
El club espera que el jugador mueva ficha y anuncie sus intenciones, pero la solución al conflicto está clara: la negociación de una renovación que permita al Real Madrid hacer negocio con su marcha y al jugador pactar una salida fijando una nueva cantidad en su cláusula que sea mucho más asequibles para los numerosos pretendientes que le esperan. De producirse este acuerdo, la opción Barça quedaría descartada, ya se ocuparía Florentino Pérez de ponerle un "precio especial" a su salida rumbo al Camp Nou. A cambio, facilitaría las cosas para su marcha al extranjero con un precio razonable y pactado.