Joan Tubau
Dos avisos de Bale en seis minutos dieron paso al gol de Di María en posible fuera de juego previo en el minuto 10. 1-0 a favor del Real Madrid casi sin buscarlo, aprovechando el fallo defensivo colectivo del Barcelona y la pobre respuesta de Pinto. La final se ponía cuesta arriba para el Barcelona desde el principio. Martino volvió a vender su alma a los jugones, sacrificando a un delantero (Alexis o Pedro) por Cesc para dominar un centro del campo estéril que tenía la posesión del balón, pero que no la traducía en nada positivo.
Neymar, además, jugando por la derecha pierde buena ñarte de su peligrosidad. Y Messi... Messi tampoco estaba. Como en el Calderón. Como en Los Cármenes. Y el partido, como estaba previsto. El Barça controlando el balón en el centro del campo, presumiendo de posesión, de una posesión que no llevaba a nada bueno, mientras el Madrid golpeaba en cada contragolpe. Y como estaba previsto, a la primera oportunidad que se presentó, Pepe aprovechó para montar una bronca agarrando a Neymar por el cuello. Y, como suele suceder, el agradido se llevó el mismo castigo que el agresor. Tarjeta amarilla. Antes la había visto Isco en el minuto 3. Era un aviso de Mateu Lahoz a los jugadores para tener la noche tranquila. El problema es que poco después Cesc le quitó un balón a Pepe en el centro del campo y éste, consciente de que estaba muy lejos de su posición, le agarró para impedir el avance del Barça. Era tarjeta amarilla clara, pero Mateu Lahoz se asustó. No se atrevió a expulsar a Pepe y el partido quedó desvirtuado desde ese mismo momento.
El Barça respondió a la ventaja del Real Madrid con tres tímidas llegadas, pero sin sangre, sin malicia, sin la mala intención que tenían los ataques del Real Madrid. Era un Barça previsible, como en los últimos partidos, un Barça que jugaba andando, al trote, mientras Benzema, Bale y Di María pasaban del galope a la carrera sorprendiendo a la defensa blaugrana en cada contragolpe blanco. El Madrid mordía. el Barça no presionaba y su juego era previsible.
En la segunda mitad salió Adriano por Jordi Alba y en los primeros compases llegó un nuevo aviso de Bale. Pepe, que tenía una tarjeta amarilla, agredió a Messi, pero Mateu, muy político, no se atrevió a enseñarle la roja. Y enseguida, Pepe, impresentable como siempre, buscó el contacto de Mascherano para forzar para el argentino la tarjeta que a él no le enseñaban. Sucio defendiendo, falso atacando. Ese es Pepe. El mismo que ve la muerte de cerca y resucita en cuanto el árbitro ha castigado al presunto agresor.
Poco después Mateu Lahoz le hizo un segundo favor al Reasl Madrid. Corría el minuto 56 y el Madrid ya tenía que estar con nueve jugadores. Pepe, por dos agresiones, e Isco por la entrada que le significó la amarilla en el minuto 2 y la mano clarísima con la que desvió la trayectoria del balón en el 56. Pero así son las cosas. Hoy los programas de Florentino no hablarán de villaratos ni otras gaitas, ni repetirán mil veces las jugadas que han favorecido al Real Madrid. Hoy toca hablar del triunfo del Real Madrid. Y cuando el Real Madrid gana hay que silenciar todo lo demás. Así lo exige el guión.
Martino puso en juego a Pedro en lugar de Cesc y el fútbol del Barcelona cambió radicalmente. Messi no estaba, ni se le esperaba. Decía el polémico whatssapp que este año sólo piensa en el Mundial. Si no es cierto, lo parece. Tal cual. Hoy no ha estado cuando más le ha necesitado su equipo. Y ha tenido que ser Bartra quien le diera al Barça un rayo de esperanza. Primero poniendo a prueba a Casillas en un disparo desde lejos. Luego anotando de cabeza el gol del empate. Hasta entonces, sólo Bartra, en dos ocasiones, había disparado sobre los tres palos de Casillas. Lamentable. Y Bartra tuvo que hacer el trabajo reservado al mejor futbolista del mundo. Viendo el partido de hoy Bartra está en su derecho de exigir cobrar más que Messi. Con sus limitaciones, se ha dejado la vida saliendo de una lesión. Messi ha vuelto a hacer de espectador.
Es inadmisible que el Barça no dispare entre los tres palos hasta el minuto 20 de la segunda parte, y que tenga que ser un defensa quien lo haga. La responsabilidad del pobre rendimiento de Messi es compartida. Si no rinde, hay que cambiarle de posición para sacar el máximo rendimiento de él. Hoy hemos vuelto a ver un Messi al diez por ciento, corriendo poco más que Pinto.
Bartra empató en el minuto 69, coincidiendo con la mejor fase de juego del Barcelona. Con Pedro moviéndose y haciendo lo que Messi se negaba a realizar. Y con Neymar más entonado en su hábitat natural, a la izquierda. Y cuando parecía que el 2-1 estaba para el Barcelona más cerca que el 1-2, llegó el gol de Bale para amargar la noche a Bartra. Bale, en una carrera por la banda derecha blaugrana -los dos goles del Madrid han llegado por la banda de Alves- le ha dejado atrás y se ha plantado ante Pinto para fusilar el 2-1 en el minuto 84 sin tiempo ya para la reacción.
Pero antes Pepe agarra a Neymar por el cuello y ve la tarjeta amarilla que debió haber sido la roja si antes hubiera castigado como se merecía el juego sucio del portugués. Mateu Lahoz, el amigo de Mourinho no se atreve con el Real Madrid. Poco después Pepe volvió a ganarse la roja en la mencionada jugada del agarrón a Cesc. Nada. Pepe tiene bula. Y en el minuto 81 otra vez Pepe se lleva por delante a Neymar dentro del área cuando se disponía a rematar un balón. Nada, Ni penalti ni expulsión de Pepe. Es lo que tiene jugar en el Real Madrid, que puedes hacer lo que te dé la gana sabiendo que no te van a expulsar, porque si el árbitro le expulsa el aparato de propaganda de Pérez se encargará de decir que el Madrid nunca acaba con diez ante el Barça y que por eso pierde.
Martino se jugó el todo por el todo sacando a Bartrta y poniendo a Alexis. Pero ya era demasiado tarde. La valentía hay que mostrarla desde el principio. No cuando está todo perdido. Y Martino fue cobarde renunciando al ataque aceptando la exigencia de Xavi y compañía, que prefieren jugar a tocar y tocar y tocar y tocar y tocar.... para nada. El toque está muy bien cuando el futbolista corre y el balón va por delante. Cuando el balón se juega al pie y nadie corre, tener la posesión del balón no sirve para nada. Da la sensación de que Martino ha caído en la cuenta de este detalle al final del partido. Demasiado tarde.
Neymar pudo forzar la prórroga en el minuto 89 cuando solo ante Casillas ha enviado el balón al poste. Pero tampoco hubiera sido justo. Independientemente del atropello arbitral, que lo ha habido, y del que no se hablará porque el beneficiado es el Real Madrid y no toca hablar de eso, este no es el Barça que quiere el barcelonismo. Este equipo no llena de orgullo a nadie. Nadie puede identificarse con jugadores que andan en lugar de correr. La apatía no genera entuasiasmo y hoy se ha visto demasiada apatía en el Barcelona. ¿Falta de actitud? Sí, falta de actitud. Cuando no se quiere ganar, no se puede ganar. E lBarça no ha querido ganar y ha perdido. Y así hay que explicarlo. Sin paños calientes.
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