Florentino Pérez, cuyo prestigio como gestor empieza a ser cuestionado por el desastre de las cuentas de ACS, se ha propuesto dejar a un lado de imagen de empresario serio y formal para convertirse en un hooligan radical y ferviente admirador del líder que guía al madridismo con su dedo maléfico.
En la asamblea del Real Florentino Pérez ha dicho que se siente orgulloso de Mourinho. Es decir, que le produce orgullo que su entrenador vaya metiendo el dedo en el ojo a los demás. No se pregunta por qué la víctima de su violento y peligroso entrenador no le puso una demanda por su acción. Debe pensar que no tenía motivos. Los motivos los tiene él para demandar a quien llame enfermo mental a su técnico. Porque, a diferencia de la cobarde y violenta agresión del dedo en el ojo, eso, llamarle pscópata al agresor, sí es motivo de demanda. Tiene la piel muy fina el curioso y contradictorio presidente blanco.
Florentino Pérez parece haber perdido el razocinio. La asamblea le pide que abandone el Camp Nou si escucha algún comentario contrario a España, y él calla y otorga. Estamos hablando del tipo que se sienta en el palco del Bernabéu en todos los partidos del Real Madrid y escucha impasible cómo se le falta el respeto al Barça, a Catalunya y a los catalanes en TODOS los partdos. Como en el caso de Mourinho y Tito Vilanova, Florentino se vuelve a regir por el criterio de la hipocresía. Si alguien dice algo contra España en el Camp Nou, me voy. Si el Bernabéu canta en TODOS los partidos: "ser del Barça es, ser un subnormal", o canta el himno del Barça acabando con un sonoro: "¡Mierda, mierda y mierda!" o se regocija con el clásico: "Puta Barça y Puta Catalunya", son cosas del fútbol, que, ya se sabe, es incontrolable. Anécdotas sin importancia.
Florentino Pérez escuchará en el Camp Nou muchas cosas a favor de una Catalunya independiente y en contra de España. Pero de algo puede estar seguro, no serán más fuertes de las que se oyen contra el Barça y Catalunya en el Bernabéu SIEMPRE, sin necesidad de que esté el Barça delante.
Con su amor incondicional a Mourinho, Florentino Pérez ha conseguido embrutecer a su gente. Más pendiente de insultar al Barça que de animar a los suyos. Es la conclusión que se extrae de la llegada del autocar del Real Madrid al Bernabéu para jugar ante el Barça la última Supercopa. Ni un grito de ánimo de los aficionados blancos que esperaban. Lo único que les decían a sus futbolistas era: "Puta Barça y puta Catalunya". En eso ha convertido Mourinho al Real Madrid. Y de eso está orgulloso ell presidente Pérez.
¿De verdad tendrá Florentino Pérez el valor de irse del Camp Nou si escucha sobre España algo parecido a lo que partido tras partido oye en el Bernabéu sobre Catalunya? A estas alturas de su vida, y con tantas horas sentado en el sillón presidencial del Bernabéu, tendría que tener el oído más acostumbrado al insulto y al tono barriobajero. En un tipo como Pérez, con tantos amigos catalanes, sorprendería una reacción tan mourinhesca. Más que nada porque en Catalunya nadie olvida su relevante papel en el Partido Reformista de Roca Junyent que pretendía acabar con el tradicional centralismo español. Aquel es el que ahora amenaza con levantarse e irse del Camp Nou.
Como si no quiere ir. Nadie le echará de manos. La hipocresía no está bien vista en Catalunya. Ya debería saberlo.