Era el plan B de Sandro Rosell, la alternativa a David Beckham. Llegó al Barça en contra del criterio del “consejero” Johan Cruyff, que prefería a Aimar, Albelda y Ayala, y triunfó desde el primer día, tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. Vestido de azulgrana se convirtió en un icono mediático que llegó a generar más ingresos por su imagen que por su juego. La directiva, por cierto, fue incapaz de participar en los beneficios que generaba el negocio de su imagen, pero el club sí se benefició de un fútbol espectacular que a él le llevó a convertirse en el mejor futbolista del mundo y al Barça a conseguir dos ligas y una Champions League. Laporta quiso renovarle de por vida con una oferta mareante para alinearle en su bando y alejarle de Rosell. Ese contrato, afortunadamente, no se llegó a firmar y Ronaldinho inició después de París un declive que arrastró al equipo a dos años en blanco. Es cierto que él fue el mayor responsable de su situación disfrutando en exceso de la noche barcelonesa y descuidando sus obligaciones como futbolista. Pero no es menos cierto que la directiva no supo gestionar un patrimonio mayúsculo que debía marcar una época en el club y que apenas aportó dos años fructíferos. Se fue por la puerta de atrás, como tantos otros durante el mandato de Joan Laporta.
La mejor oferta
Durante el verano de 2003 el París Saint Germain puso en pública subasta a su estrella Ronaldinho. "El Barça en ningún caso está dispuesto a desembolsar 30 millones de euros por el brasileño", explicaba La Vanguardia en julio de 2003. Y Roberto Assis, el hermano y representante del jugador, no se mojaba: "Las tres ciudades son extraordinarias, Manchester, Madrid y Barcelona. No veo grandes problemas en vivir en una u otra". Y añadía el 12 de julio: "Tiene interés en ir al Manchester, pero tampoco se opone a jugar en el Barcelona”. Estaba claro que el compromiso del jugador se decantaría por el mejor postor.
30 millones
El 13 de julio de 2003 News of the World ponía en boca de Ronaldinho: "Ardo de impaciencia por ser el primer brasileño en jugar en el Manchester. Sé que muy pronto seré jugador del Manchester". Finalmente Sandro Rosell hizo valer sus influencias sobre el futbolista, su hermano y el presidente del París Saint Germain, Francis Graille, y se llevó el gato al agua: 27 millones más 3 opcionales en concepto de títulos conseguidos. Total: 30 millones de euros, justo la cifra que el Barça no quería desembolsar.
Comisiones: De prohibidas a necesarias
El 17 de julio de 2003 podía leerse en Sport: "Al parecer, las comisiones por el traspaso han hecho encallar las negociaciones entre ingleses y franceses. El Manchester, un club que cotiza en bolsa, no puede desviar ni un sólo euro de sus cuentas y eso seria un escollo prácticamente insalvable para atender las exigencias del PSG y del manager del jugador". O lo que es lo mismo, el Barça mejoró la oferta del Manchester a base de comisiones. De hecho, al día siguiente Mundo Deportivo confirmaba la noticia y la ampliaba: “El hermano de Ronaldinho quiere cobrar una comisión de tres millones”. Hacía apenas unas semanas la candidatura electoral de Laporta prometía acabar con las comisiones. Y es que si las comisiones las pagaba Gaspart para fichar a Ronaldo eran una inmoralidad. Si recurría a ellas Laporta en acto de servicio al club, bienvenidas sean. Así se escribía la historia del hombre que quería cambiar el mundo desde las trincheras de la oposición y acabó contagiándose de lo peor de sus “víctimas”.
El 19 de julio Sport se abonaba a la tesis adelantada por Mundo Deportivo: "Ronaldinho quiere venir al Camp Nou, pero no está dispuesto a dejar de lado a su hermano, que pretende una comisión de 3 millones”.
Dinero en Suiza
El Periódico insistía en el tema el 20 de julio: “Ronaldinho firma por 30 millones (…) Hubo divergencias con el Manchester en el pago de las comisiones". Y según el diario francés Le Figaro, en su edición del 2 de junio de 2005, en el fichaje de Ronaldinho por el PSG “se abrió una cuenta en Suiza a petición de Roberto de Assis, previamente al traspaso, y que ingresó primero 2,6 millones de dólares y luego otros 9. Para hacer más opaca esta operación los responsables de la sociedad habían creado para los hermanos Assis una fundación luxemburguesa con una cuenta en UBS de Ginebra. Era una condición innegociable de Ronaldinho y su entorno”. Nadie lo desmintió. Solidaridad, fundaciones, cuentas en Suiza, comisiones… Una mezcla explosiva.
La directiva no sabe beneficiarse de su imagen
El 20 de julio de 2003 El Periódico se hacía eco de una de las primeras intoxicaciones informativas del laportismo: "El Barça prepara un plan de negocio para potenciar y rentabilizar la imagen de su nueva estrella (…) En términos de marketing Ronaldinho todavía es un producto virgen con mucho recorrido por delante (…) El Barça tendrá la posibilidad de modelar, a lo largo de los próximos años, al jugador". El producto virgen, efectivamente, demostró con el paso de los años su capacidad para generar ingresos explotando su imagen. Lamentablemente, los gestores del club no encontraron la fórmula para reservarse una parte de los beneficios que esa imagen proporcionaba. Ni plan de negocio, ni modelación ni gaitas. Roberto de Assis toreó a la directiva como quiso y el Barça no percibió un euro por los ingresos publicitarios generados por su estrella.
Y Laporta, el mismo que prometiera contención de gastos no pagando un euro de más por los fichajes, admitía en L´Equipe el 22 de julio de 2003 que "a mi juicio el precio pagado por Ronaldinho supera su verdadero valor". Era evidente que Laporta no sabía lo que estaba comprando por poco más de lo que luego le costaría Chygrynskyi.
Sin feeling con Cruyff
Al término de la primera temporada en el Barcelona se planteó el dilema de ofrecerle al jugador una bonificación en su contrato por su excelente rendimiento o aumentarle directamente la ficha. A la primera tesis se apuntaba Johan Cruyff. A la segunda, el club a través de Joan Laporta, que validaba los consejos de su cliente en función de su conveniencia.
Johan Cruyff mostraba ya desde el principio sus cartas poco o nada afectuosas hacia el nuevo ídolo de la afición blaugrana: “Yo no vendería a Ronaldinho, pero si se va, el club sobrevivirá”. Y añadía: “Si alguien paga su cláusula de rescisión, el dinero sería bienvenido. Además, hay algunas deudas por pagar”. Quedaba clara la predisposición de Cruyff a coger el dinero y perder de vista al icono llegado al club de la mano de Sandro Rosell. Le sentaba a cuerno quemado que pudiera funcionar un fichaje realizado por quien no debía ocuparse de los fichajes.
Y el 5 de mayo de 2004 Txiki Begiristain, en su condición de jefe y máximo responsable de la parcela deportiva, aseguraba en Catalunya Ràdio que la mejora del contrato del brasileño no se produciría hasta el final de la siguiente temporada, es decir, hasta junio de 2005. “Ahora no es el momento”, sostenía. “El año que viene, en función de cómo acabe el equipo y de cómo esté el club, hablaremos”. Txiki, evidentemente, hablaba por boca de Cruyff.
Segundo contrato
Pero la suerte estaba echada, Laporta le había tomado el gusto a la dirección presidencialista del club y había decidido ponerse la primera medalla populista ofreciéndole al jugador una mejora de su contrato pasando por encima de la opinión de Soriano, Cruyff y Txiki. Para ello había que generar un panorama propicio. Una oferta del Chelsea, por ejemplo. En una entrevista concedida el 27 de abril de 2004 a Catalunya Ràdio mostraba su lado más pesimista creando la previsible alarma social en el socio: “No será fácil retener a Ronaldinho ante la cantidad de sustanciosas ofertas que puede recibir de aquí a final de temporada”. Es decir, que se trataba de suposiciones porque “aún no hemos recibido ninguna oferta”, pero dejaba entrever que podría aparecer “algún magnate del petróleo ruso o un jeque árabe con dinero y que Ronaldinho deje de ser amo de su persona”. O no. Y colorín colorado, se acabó el cuento de los contratos basados en fijos más incentivos supeditados a los éxitos del equipo, esa costumbre innovadora que pretendía haber descubierto Laporta. Aunque, claro, la culpa era de Abramovich o de quien fuera. Un jeque malévolo, por ejemplo.
Y, lógicamente, para sellar el acuerdo Laporta se marcó un viajecito a Brasil con el fin de acabar de convencer al jugador con las ventajas de su proyecto. Qué menos que coger un avión con destino a Rio y las playas de Copacabana e Ipanema para garantizar la continuidad del crack.
Gran éxito de Laporta: Ronaldinho no se va
Al finalizar su primera temporada, el presidente explicaba en El Larguero: "Cuando acabe la temporada posiblemente deberemos retocar algunos contratos. Si Ronaldinho progresa en la línea actual, el Barça le reconocerá su situación". O, lo que es lo mismo, si llegó al Barça “perdiendo dinero”, el club se encargaría de recompensarle con creces cualquier hipotética renuncia. Y es que, pese a tener contrato en vigor, el 5 de junio de 2004 Laporta se dirigía al barcelonismo a través de Sport ofreciendo su mejor cara como gestor: "Quiero enviar un mensaje de tranquilidad a todos los culés: Ronaldinho sigue en el Barça". ¿Y por qué iban a estar intranquilos los culés si su crack había llegado al Barça perdiendo dinero, comprometido con el proyecto y, sobre todo, tenía contrato en vigor? ¿Qué mérito tenía, entonces, garantizar la continuidad de alguien tan interesado en seguir en el club? Ante tanto compromiso con el proyecto, no se entendía que Laporta tuviera que declarar en La Vanguardia el 13 de julio de 2004 que "sufrimos por si Ronaldinho se iba…dado el gran interés del Chelsea por él, pero el jugador jamás contempló esa posibilidad y gracias a esa actitud Ronaldinho sigue teniendo contrato con nosotros, está a gusto en Barcelona, en la ciudad y en Catalunya". ¿No hubiera sido más honesto admitir que Ronaldinho iba a seguir en el club porque se le había mejorado considerablemente su ficha y dejarse de monsergas en forma de compromisos que sólo se sustentaban sobre la base económica?
Rijkaard, contrario a un contrato de por vida
El 19 de febrero de 2005 La Vanguardia se hacía eco de la nueva revisión de contrato, la segunda, forzada por Ronaldinho y aceptada por la directiva en menos de dos años: “Rijkaard se opone a un contrato de por vida a Ronaldinho”. El técnico era partidario de otro tipo de acuerdos: “No creo en esas cosas. Creo más en tres o cuatro años y después renovar. Es mejor para el jugador y para el club (…) No me consta que estén negociando con él”. No le constaba, pero la directiva estaba negociando ese contrato de por vida. Al día siguiente, El Periódico ofrecía una radiografía de la situación: “La propuesta de Laporta de renovar de por vida a Ronaldinho reaviva la tensión con Rosell y provoca el rechazo de Txiki y Rijkaard”. Era evidente que Txiki y Rijkaard se alineaban en el bando de su valedor, Johan Cruyff, poco o nada amigo de contratos largos. Sandro Rosell no fue invitado a la negociación con el hermano del jugador, que tuvo lugar en el domicilio particular de Joan Laporta en Sant Cugat y a la que asistieron Soriano y Echevarría, el responsable de la seguridad.
Rosell, excluido de la negociación
Sostenía El Periódico: “Hace 4 días que Laporta subió al estrado para proclamar solemnemente aquello de que la junta da por cerrada la crisis (con Rosell) por “unanimidad” y la conducta de algunos, entre ellos la suya, ya ha empezado a desenmascarar aquella comedia. La directiva sigue donde estaba, enzarzada en esa lucha de egos y disputas que tiene muy mala pinta (…) El penúltimo episodio ha surgido ante el insólito interés del club –bueno, de algunos- por blindar a Ronaldinho con un contrato de por vida. Como si no fuera suficiente el que tiene ahora, hasta el 2008, con una cláusula de rescisión de 150 millones y una ficha cercana a 6 millones. Pero a Laporta, Soriano y Echevarría no les parece suficiente. Ellos fueron los únicos interlocutores que hicieron esa propuesta a los hermanos del jugador en una cena restringida. Sandro Rosell ni estaba ni se le esperaba porque no estaba invitado. Y Txiki y Rijkaard tampoco. En cuanto se han enterado de la maniobra tanto el secretario técnico como el entrenador se han llevado las manos a la cabeza convencidos de que es una locura innecesaria”. “No era una reunión, era una cena, y yo no hablo de cenas”, comentó Txiki, que añadió: “No es el momento de hablar de contratos. Las valoraciones se hacen a final de temporada. Yo también prefiero contratos más cortos. Pero no hay ninguna oferta, el hermano de Ronaldinho no ha recibido ninguna propuesta del Barça”.
Los técnicos no pintan nada
Posteriormente se sabría que hubo oferta y que el cuerpo técnico no tuvo ni voz ni voto en ella. Decía Johan Cruyff, para justificar la conveniencia de apartar a Rosell del día a día deportivo en beneficio de sus dos recomendados, que las decisiones había que dejarlas en manos de los que entienden, los profesionales, añadiendo que los directivos no tienen ni idea de fútbol para asumir responsabilidades en esa parcela. Por lo visto, los directivos no debían intervenir siempre y cuando sus apellidos no respondieran a Laporta, Soriano y Echevarría, en cuyo caso, parece ser, sí contaban con la bendición del asesor, aunque fuera a costa de dejar al margen a los que se supone que entendían del negocio.
La cuestión es que Ronaldinho, que llegó cobrando 4,2 millones, unos meses después pasó a 5 y en menos de dos años a 12 brutos más incentivos, y además sin mediar ofertas del Chelsea ni de nadie.
La superoferta del Barça
El 30 de junio de 2005 Alfons Arús, en City TV, desvelaba con pelos y señales la propuesta que Laporta le hizo a Ronaldinho en su casa en presencia de Soriano y Echevarría: “La oferta que Ronaldinho tiene sobre la mesa para renovar por el Barça hasta el 2014 le podría suponer unos ingresos de 126 millones de euros. El jugador recibió esta propuesta por escrito en la cena que se celebró en casa de Joan Laporta junto con Soriano y Alejandro Echevarría”. Con Rosell, Rijkaard y Txiki, en la higuera. Los que manejaban el club como si fuera su cortijo particular no los necesitaban para nada.
“El salario fijo subiría a 64 millones, a los que se añadirían 4 por comisiones, 10 por derechos de imagen y un variable por incentivos de 46 millones. Luego, sería embajador vitalicio con cargo remunerado”. Es decir, que esta directiva estaba dispuesta a ofrecer, en contra de sus principios, más dinero por el contrato fijo que por el variable. De puertas afuera un mensaje. De puertas adentro, otro. Y, por supuesto, Laporta se tomaba la libertad de hipotecar la gestión del futuro presidente que no necesariamente tenía que compartir sus mismos criterios.
Para Rosell, cuya parcela tenía incidencia directa en el tema, el puenteo hacia su persona fue la gota que colmó el vaso de su paciencia. Txiki y Rijkaard tragaron, quizá porque también vieron mejorados sus contratos.
La mentira del variable
Explicaba también Mundo Deportivo que “en lo que se refiere al salario de Ronaldinho, el documento especifica que partiendo de los 5 millones de euros de la campaña 2004-2005, la cantidad va creciendo en medio millón hasta 2008, cuando acaba su contrato actual. Desde ese año, al que llegaría con un fijo de 6,5 millones, el salario iría subiendo al ritmo del IPC. Como en el caso del fijo, en el variable el Barça parte de un mínimo de 4 millones de euros que van creciendo hasta los 4,6 millones en 2008. A partir de ahí, el club redefiniría el porcentaje de incremento”. Es decir, que el variable era un “fijo bis” porque no dependía del rendimiento sino de una cantidad fija previamente acordada. Más mentiras.
Y seguía Mundo Deportivo: “La comisión del 5 por ciento para el jugador se extrae de la suma del fijo más el variable. Así, en el primer año es de 350.000 euros, el 5 por ciento de 9 millones de euros (5 fijos y 4 variables)”. ¿Cómo puede fijarse para la comisión una cantidad que parte de un variable incuantificable que debería depender del rendimiento del jugador y del equipo? Cuando a Ronaldinho se le prometían 4 millones variables, en realidad se le están añadiendo al fijo con otro nombre. Mucho que ocultar a pesar de que Soriano saliera raudo a ocupar su cuota mediática anunciando que “le costará al Barça menos de lo que le costarán a nuestros competidores sus estrellas, ya que una parte de su salario es variable (…) Su fijo será sensiblemente inferior al de Beckham”. Nada nuevo en la viña del señor. Qué tontos eran los demás y qué listos éramos nosotros, aunque tuviéramos necesidad de manipular la realidad… De lo que no hablaba Soriano es de que mientras el Barça no veía un euro de los cuantiosos ingresos publicitarios de Ronaldinho, el Real Madrid se agenciaba el 50 % de las ganancias de Beckham por cuestiones publicitarias.
Además, mientras Roberto de Assis lo negaba, Soriano explicaba que “en el verano de 2004 tuvimos una oferta del Chelsea que pagaba su cláusula de rescisión. Pero ni él quería irse ni el Barça que se fuese”. Eso lo decía el mismo que meses atrás sostendría la versión contraria. Intoxica que algo queda.
Ronaldinho decide
El 21 de junio de 2005 explicaba Toni Frieros en Sport: “¿Qué se va a hacer con Ronaldinho? La primera medida será ampliar su contrato, que vence el 30 de junio de 2008, hasta el 30 de junio de 2010. Para dar este paso el Barça aumentará el fijo que ya tiene el jugador y también sus emolumentos por objetivos, siempre de forma sensata y sin cometer locuras”. Por supuesto, mucha sensatez. La duda ofende. A nadie en su sano juicio se le podía ocurrir que un futbolista de 34, 33 o 32 años pudiera rendir como cuando tenía 25. Y a las pruebas me remito. Pero Laporta y Soriano, novatos en el negocio del fútbol, estaban convencidos de ello. Y los hechos demostraron que estábamos ante una “locura”, pues sólo dos años más tarde caería vertiginosamente el nivel del rendimiento de Ronaldinho y sería el propio Sport el primero en censurarlo e incluso en forzar su marcha del club.
La cuestión es que Laporta quería retenerle de por vida hasta el 2014, pero el jugador no estaba por la labor. Mundo Deportivo definía así la situación el 7 de julio de 2005: “El 'sí' de Ronnie sólo depende de los derechos de imagen”. Por eso no se llegó nunca a firmar ese acuerdo y el contrato quedó limitado al 2010. Y fue así porque Ronaldinho impuso su voluntad, no porque Laporta pensara en un arrebato de sensatez que estaban cometiendo un disparate. Ronaldinho acabó firmando su tercer contrato en tres años el 1 de septiembre de 2005 con vigencia hasta el 2010, dejando a Laporta con las ganas de firmarle de por vida.
Bolo en Grecia
En julio de 2005 nos enterábamos por El País de que “Ronaldinho cobra 300.000 euros por presentar la liga griega”, un compromiso de una hora de duración. Y tras conocerse la megaoferta realizada por Echevarría, Soriano y Laporta en presencia de las esposas de estos dos últimos a Ronaldinho, el 9 de julio el presidente explicaba sin inmutarse en Mundo Deportivo que “estamos trabajando de forma ordenada para no desequilibrar la plantilla”, mientras Toni Frieros, el de la sensatez sin locuras, hacía sonar las palmas en Sport ante la venturosa noticia de la megaoferta: “El FC Barcelona está convencido plenamente de que parte de la renovación de Ronaldinho podrá financiarse con las nuevas campañas de publicidad que consiga el club para su gran estrella mediática”. ¡Ni una! Pero si no se financiaba con eso, sería con otra cosa. ¡Qué más daba! Con la aportación generosa de los socios, por ejemplo, que para eso estaban.
No le arrancan ni un euro
El 1 de septiembre de 2005 el club anunciaba: “El FC Barcelona y Ronaldinho se han comprometido a trabajar juntos por la proyección de la imagen del club y del jugador por todo el mundo”. El compromiso debió existir, lo que no se vio por ningún lado es la voluntad de “trabajar juntos” en el mercado de la publicidad, ya que los derechos de imagen quedaron íntegramente en propiedad del futbolista siempre.
“Finalmente el jugador se queda con los derechos de imagen que el club pretendía compartir”, podía leerse en La Vanguardia. Era el título de la derrota de una directiva que no tenía su fuerte en la negociación.
Y en El Periódico, Pérez de Rozas extraía la misma conclusión, pero con más crudeza: “El Barça no puede arrancarle ni un euro a Ronaldinho”.
Soriano: “No cuesta más”
Y Soriano aún se atrevía a afirmar en La Vanguardia, echándole coraje al asunto, que “hemos conseguido que el mejor jugador del mundo juegue con nosotros los mejores años de su vida deportiva sin que nos cueste más”. Hay veces, como ésta, en que las cuestiones de fe son imposibles. Le firman tres contratos en tres años y Soriano aún quería hacernos creer que Ronaldinho había costado menos. Era una nueva ofensa a la inteligencia de los demás, la de esos que quizá no alcanzamos el nivel de su coeficiente intelectual, que según su amigo Sala i Martín era altísimo, pero no por ello teníamos que pasar por idiotas y hasta éramos capaces de entender que Ronaldinho había sido más hábil que él negociando sus derechos de imagen.
10 millones al año en publicidad
El 2 de septiembre de 2005 El Periódico informaba de que “Ronaldinho gana 10 millones con los contratos de publicidad. La estrella no cedió el 28% de los derechos de imagen como quería el club”. Es decir, que ingresaba más por la publicidad que por la ficha e incentivos sumados.
“Inicialmente el club quería el 50% de los derechos de imagen”, como el Real Madrid, que compartía al 50% los ingresos de Ronaldo, Zidane, Beckham y Robinho
“Ya está ligado a Nike, Pepsi, Cadbury (Trident) y Danone. Estos contratos le garantizan 6 millones, más dos de campañas puntuales, como las patatas Lays, Skyp y actos esporádicos como el inicio de la liga griega. Está a punto de cerrar dos contratos con la marca de telefonía TIM y con la cerveza patrocinadora de la selección BRAHMA”. De todo eso el Barça no veía nada.
Ingla también intoxica
De la complejidad del nuevo contrato que sellaba el compromiso del jugador con el club habla el hecho de su extensión: 49 páginas. El anterior apenas tenía dos. Pero podíamos estar tranquilos, porque Marc Ingla, una vez firmado el acuerdo por el que el Barça se quedaba al margen de la explotación de la imagen del futbolista, tranquilizaba al barcelonismo, como siempre, con buenas palabras. Apuntaba Mundo Deportivo después de rubricado el nuevo contrato: “Marc Ingla explicó que todavía se trabaja en alcanzar acuerdos puntuales relacionados con los derechos de imagen de Ronaldinho”. Una de dos: o era falso que estaban negociando o negociaron muy mal. No hubo acuerdos puntuales de nada. “El acuerdo que tenemos con Ronaldinho es que a partir de ahora trabajaremos para ver cómo se explotan sus derechos de imagen”. Es decir, primero se firma el contrato y se le garantizan unos ingresos y “a partir de entonces” se negociará con él. Era el nuevo estilo de gestión. No se tuvieron noticias del fruto de tan denodado trabajo en forma de acuerdos puntuales que no llegaron a producirse. En cualquier caso, hay que tener moral para decir eso y quedarse tan ancho horas después de la firma de un contrato en el que Ronaldinho se salió con la suya y en donde ese punto, precisamente, ni siquiera fue objeto de negociación. Es sólo un ejemplo de la extensísima lista de buenas intenciones lanzadas al aire por esta directiva esperando que intercediera el olvido y el tiempo las borrara.
MAÑANA, PRÓXIMO CAPÍTULO
Ronaldinho, el crack de Rosell (II)
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