Laporta heredó un equipo de baloncesto campeón de Liga, de Copa y de la Euroliga. Lo descompuso para crear uno nuevo, el suyo, y eso le ha costado al FC Barcelona siete años de travesía en el desierto de las competiciones europeas. Al nuevo presidente que saldrá de las urnas dentro de apenas un mes hay que pedirle que no caiga en el mismo error que Laporta y que conserve este equipo todo lo que sea posible.
Como en el fútbol, el secreto de los éxitos del basquet blaugrana está en la gente de casa: Navarro, Roger, Trías, Vázquez, Sada, Ricky y Basile que, aunque italiano, hace tiempo que es ya uno de los nuestros. Unirse a este grupo es fácil, por su valía deportiva y por su calidad humana. Lo único que faltaba era un Guardiola capaz de aunar voluntades en pos de un objetivo final. Y después de muchas equivocaciones, el Barça dio con Xavi Pasqual, también de casa. Los resultados son aclaparadores: Copa Catalunya, Copa del Rey, Copa de Europa y en breve seguramente caerá la Liga.
La final de París, con Laporta y todo su séquito de la candidatura continuista de Ferrer y sus íntimos Sala i Martín, que no se pierde un viaje, y Joan Oliver, asistieron al éxtasis blaugrana acompañados de Xavi, Piqué, Busquets, Bojan y Puyol. Comunión blaugrana por todo lo alto. Tras el éxito de Sevilla, el alegrón de París compartido por los casi tres mil seguidores barcelonistas que disfrutaron de lo lindo con la demostración de superioridad del equipo blaugrana. También estuvieron allí Rosell, Ingla y Benedito.
La final no tuvo historia. El Barça mandó de principio a fin. En el resultado y en el juego. Los Papaloukas, Childress y Kleiza hincaron la rodilla muy pronto ante el torrente de juego que se les vino encima. Nada inesperado. El Barça jugó la final como viene jugando a lo largo de la temporada. Hasta ahora no ha habido equipo capaz de toserle en España y en Europa. Lo lógico, pues, es que la final se tiñera de color blaugrana. Navarro, elegido MVP, destrozó al Olympiakos a base de triples. Sada, que no jugó un sólo minuto de la semifinal, puso orden cuando en el tercer cuarto los griegos se acercaron peligrosamente. Mickael volvió a ser el bastión ofensivo en el que se apoyó el equipo especialmente en los primeros compases. N´Dong dictó su ley, con Vázquez y Lorbek, debajo de los aros, y Basile y Morris completaron un partido espectacular que será recordado en la historia de esta competición. Es difícil encontrar en el palmarés del torneo una final tan desigualada.
Al final, euforia, corrió el cava, abrazos, lágrimas y euforia. El Barça vuelve a estar en la cima de Europa. El Barça está en ese lugar que Florentino Pérez había reservado para el Real Madrid echando mano del talonario. Pero si en el fútbol esa táctica no le ha funcionado, tampoco le ha servido para el baloncesto. Ni con el entrenador más cotizado de Europa ni fichando a 13 jugadores el Madrid ha sido capaz de seguir el ritmo del Barça. Lógico. Le falta esa base que ha hecho del Barça un equipo campeón.
Ficha técnica:
Regal FC Barcelona (28+19+17+22): Ricky Rubio (9), Navarro (21), Mickeal (14), Ndong (7), Lorbek (8) -cinco inicial-, Fran Vázquez (6), Sada (7), Basile (6), Morris (8), Grimau (-), Lakovic (-) y Trias (-).
Olympiacos (19+17+14+18): Penn (-), Teodosic (10), Childress (15), Kleiza (13), Schortsanitis (6) -cinco inicial-, Bouroussis (9), Papaloukas (12), Halperim (-), Mavrokefalides (1), Vujcic (2), Vassilopoulos (-) y Beverley (-).
Árbitros: Brazauskas (LIT), Bachar (ISR) y Chambon (FRA). Eliminado: Kleiza (m.38).
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